¿Es intencional empalmar el debate energético con la fiesta mundialista?

 

Si no es, parece… y de cualquier modo resulta penoso.

 

Entre futboladas, dilaciones perredistas, berrinches panistas y contemplaciones priistas, la batalla energética esta ahogada en aguas someras. Los detalles técnicos, las condiciones financieras y las letras chiquitas de las leyes secundarias no avanzan por una excesiva obsesión en las formas.

 

Mete ruido la discusión para transmitir o no del debate en cadena nacional y el procedimiento distribuido en 13 días de discusión y sólo dos de votaciones. Detalles, detalles y más detalles que superan en prioridad a lo realmente urgente e importante.

 

Pocos reparan en los siete puntos presentados por el PAN como piso de negociación o en el desplegado del Sol Azteca con los cinco principios que deberían conducir el debate. Ambos partidos afilan garras y “pelan” colmillos.

 

Panistas proponen criterios para retribuir con justicia a aquellos propietarios afectados por la explotación del subsuelo y el pago de un uno por ciento de utilidades; insistirán en que los consejeros sean independientes, ratificados por el Senado… y estiran la liga política vendiendo caro su amor.

 

En el otro extremo de la cuerda política, los senadores del PRD se pronuncian contra “estas leyes secundarias que no sólo privatizan de forma absoluta el petróleo, gas y electricidad, sino pretenden también pasar a manos privadas agua, tierras de cultivo, bosques, ríos y mares, al otorgar potestad absoluta a las empresas extranjeras para apoderarse de las propiedades que quieran”… “Será un retroceso de 80 años”, advierte Cuauhtémoc Cárdenas… y amenazan con tomar la tribuna a la mera hora.

 

La consulta popular promovida por las izquierdas será dirimida en los terrenos de la Suprema Corte… y entonces llegará el momento del gran reclamo. Mientras, Andrés Manuel López Obrador por un lado, y Cuauhtémoc Cárdenas por el otro, convocan a recabar firmas para echar abajo la reforma energética –“el gran atraco”–. Morena movilizará este viernes a 8 mil “activistas”.

 

La única coincidencia entre derecha e izquierda se da en poner por delante la transparencia en subastas y licitaciones, en las circunstancias para otorgarán permisos, contraprestaciones, márgenes de utilidad y todo lo relacionado con los límites legales a la actividad de particulares.

 

Al dilatado debate energético habrán de sumarse otros asuntos como los plazos, la apertura paulatina del sector energético, transición y protección de las paraestatales, la canalización de fondos a proyectos tecnológicos, el impulso al desarrollo de energías limpias y un sinnúmero de detalles que deberán hacer viable el cambio constitucional aprobado hace unos meses.

 

Pero en este momento los legisladores se aferran a puntos y comas en cada uno de los artículos de las leyes reglamentarias y confrontan la noción de propiedad privada con la supremacía del bien público.

 

En medio de tanto ruido, los medios no nos salvamos. Distraídos con los preparativos del mundial dedicamos largos espacios a relatar el caos, la inconformidad y desorganización en Brasil, para restringir a breves y compactos segmentos lo ocurrido en la Cámara Alta.

 

No se trata de dedicar horas completas a asuntos áridos llenos de tecnicismos, pero sí de ofrecer un marco básico de información en torno a un asunto de la mayor relevancia… por lo menos.

 

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