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La guerra está declarada.
El célebre René Bejarano junta la morralla, convence a chiquillos y chiquillas… y anuncia la creación de un Frente Amplio de Izquierda. A nadie sorprende. La jugada es obvia.
Izquierda Democrática Nacional, con innegable músculo político en la Ciudad de México, convoca a las demás “tribus” perredistas a la unidad a favor del liderazgo del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
En realidad el profe Bejarano intenta evitar –a toda costa– la permanencia de Los Chuchos en el liderazgo perredista convertido en dócil comparsa del régimen peñanietista, según dice él.
La apuesta es por la figura totémica del intocable del padre fundacional del PRD y de paso hacerle manita de puerco a las aspiraciones de Carlos Navarrete… y a las de Marcelo Ebrard con todo y su Movimiento Progresista.
René Bejarano le juega al Galileo y al Copérnico, a la vez. Al Galileo, porque aunque a él lo condena su elástico pasado, el PRD “sin embargo se mueve”; al Copérnico, porque él ha comprendido lo que nadie más ha entendido hasta ahora: no son los “chichos” Chuchos el centro de gravedad de la galaxia en torno al cual ha de girar el resto de los planetitas tribales…
Bejarano acierta al proponer al Ingeniero como cabeza de la concordia izquierdista. El PRD no aguanta otra elección más plagada de irregularidades, denuncias protestas, gritos de fraude y descalificaciones… con nueve ha sido suficiente.
Sin embargo, los cañonazos de salva disparados por el “señor de las ligas” –como lo bautizaron los medios hace diez años– vislumbran una amenaza mayor…
Para septiembre, cuando le nueva dirigencia haya sido seleccionada por un grupo de consejeros –la mayoría perteneciente a la corriente dominante de Nueva Izquierda–, Bejarano podría reventar precisamente la liga. Con Morena afianzado como partido político el hábil y pragmático ex operador de López Obrador podría ofrecer de vuelta capital y poder panchovillista a su mismísimo mentor.
Fichas para negociar, tiene; suya es la tropa. Izquierda Democrática Nacional posee la capacidad de movilización y domina como ninguna otra fuerza perredista el bastión capitalino. En contraste, Nueva izquierda apuntala su fuerza en la burocracia, el Congreso y sobre todo la capacidad de interlocución con el gobierno en el poder… y los demás partidos aspirantes.
En el juego de pesos y contrapesos, ninguno de los dos sale ganando.
Chuchos y Bejaranos se necesitan aunque se detesten y habrán de negociar si no quieren quedarse sólo con el cascarón del huevo; no es lo mismo contar el dinero que pesar el dinero… diríase en lenguaje mafioso.
En la pugna por la dirigencia del PRD de por medio hay poder, posiciones y sobre todo lana, mucha lana, considerando el sustantivo aumento a las partidas de los partidos aprobado por el Congreso –más de mil millones–.
Preocupante para la izquierda es la falta de líderes. Apelar otra vez a la figura de Cuauhtémoc Cárdenas no debe gustar a muchos. Es difícil creer que a sus 80 años, el Ingeniero –con todo y su gran bono democrático– represente el futuro del PRD, ya sin Andrés Manuel atravesado…
–¿Pero si no es Cárdenas, entonces quién?.
En 25 años de historia –y a veces histeria– en el PRD no se han formado liderazgos con poder suficiente para asumir el mando y poner orden, al margen de cacicazgos. O dígame usted, ¿a cuál otro militante se le asoman los espolones, por decir lo menos?
@JoseCardenas1 | [email protected] | josecardenas.com.mx