Líneas Quadratín
Vivimos engañados. Gobierno y partidos nos vendieron a la reforma energética como la madre de todas las demás, por su simbolismo, alcances y carga ideológica.
La verdad es mentira.
La madre todas las “reformas” es la político-electoral; de esta depende el resto.
Hasta hace dos semanas todo parecía en orden: la creación del INE y el marco legal del nuevo andamiaje político no mostraban mayor complicación. Pero a la mera hora afloraron los problemas. El parto se complicó, el niño se atoró… y el tiempo se acabó.
El problema es de intereses… y los enredos, mayúsculos.
El PRD acusa al PRI de ceder a las presiones panistas para garantizar su apoyo a la energética; según el PAN, los priistas quieren una reforma chiquita y acotada… se trata –dicen– de no tocar ni con el pétalo de una rosa la influencia de los gobernadores estatales en los procesos locales, relajar la fiscalización de los recursos partidistas, y la definición de procedimientos y atribuciones del Instituto Nacional de Elecciones para atraer procesos conflictivos. El PRI vota por separar el ámbito federal de los locales; el PAN, por centralizarlos. Ese es el asunto de fondo –ya lo hemos dicho–.
Panistas y perredistas presentaron cada cual sus posturas… y los tricolores –apegados al librito– se levantaron de la mesa acusando una traición al acuerdo original.
Al final, el duelo de amenazas resultó coreográfico. Cada uno puso su precio y metió presión en donde más convenía… y sobre todo, dejó claro a sus contrapartes que nada es gratis… ni las puñaladas.
Ahora –después del mediático exabrupto– todos coinciden en retomar el diálogo… el PRI –no había de otra– aceptó discutir 12 demandas panistas y 38 perredistas. El acuerdo –cabe aclarar– solo es para retomar la discusión. Con optimismo, el pastor del Sol Azteca, Miguel Barbosa, confía tener todo listo para mañana miércoles; los del blanquiazul –mas realistas– prometen sacar el dictamen electoral antes del fin de semana… pero después del periodo ordinario.
Para el resto de las leyes secundarias –telecom y energética–, Gobierno y PRI han decidido esperar al 18 de mayo una vez resuelto el proceso interno panista. El nuevo liderazgo en el PAN daría claridad a la negociación y facilitaría los acuerdos… siempre y cuando no gane Ernesto Cordero… lo cual –a estas alturas– parece improbable, pero no imposible…
CONTRAPESOS: El encontronazo de esta noche –disfrazado de debate– entre los aspirantes a la dirigencia nacional del PAN sólo será transmitido por internet: www.pan.org.mx, a las 7 de la noche; lo querían en red nacional. Cordero v.s. Madero; ¿Calderón contra Peña Nieto?; ¿en ambos casos, cartas marcadas?. Cada uno ha gastado 11 millones 250 mil pesos en la disputa por los restos del naufragio. El round de una hora será crucial en el ánimo de los 219 mil panistas con derecho a elegir una nueva dirigencia. Madero (de 58 años y 15 de militancia) presume al joven maravilla, Ricardo Anaya, y “alforjas llenas” con apoyo de los estados que deciden: Jalisco, Veracruz, EdoMex, Puebla, Nuevo León y Guanajuato; promete cobijo a los agraviados del calderonismo… de Javier Corral a los Bravo boys mexiquenses. Cordero (de 45 años y 6 de militancia) cuenta con la gente pesada en tiempos del cólera felipista, –Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth, Max Cortázar, la fraternal Cocoa, la “brava” Mariana Gómez del Campo… y una alianza con El Yunque a través de Juan Manuel Oliva y José Luis Luege. La “bola” corderista presume 55 por ciento de preferencias contra un 33 por ciento maderista… y los panes se ponen duros.
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