Refuerzan operativos de seguridad en Guerrero para las peregrinaciones
El amor acaba.
La aplanadora perredista cae a pedazos; rechina desvencijada.
Por primera vez en dieciocho años, el PRD dejaría de ser la fuerza dominante en la Capital de la República.
Los pleitos internos, el distanciamiento entre dirigentes y militantes, y la codicia en el reparto de candidaturas, han logrado lo que no pudo ningún partido opositor: tapar el sol –Azteca– con un dedito.
Los números rojos de las encuestas no mienten.
El sondeo del diario Reforma –publicado el 17 de diciembre pasado– colocaba a Morena en primer lugar de las preferencias electorales en la lucha por el dominio en la Asamblea Legislativa; la encuesta de Buendía &Laredo –para El Universal– ubica al perredismo con apenas un 15 por ciento de voluntad ciudadana favorable en este valle de lágrimas… y risas.
Dos factores deben quitar el sueño a los dirigentes del PRD; primero el crecimiento del movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador –lejano aún, según la encuesta de Buendía &Laredo–, pero sobre todo, la caída dramática de simpatizantes. De septiembre a la fecha, el partido en el gobierno del DF ha perdido a la mitad de sus votantes.
Debe quedar claro que no existe indicio alguno de un cambio radical de rumbo entre los capitalinos; La Ciudad con (Miguel) Ángel ya no es tan de izquierda; el matrimonio entre chilangos y PRD parece llegar a su fin.
En el fondo son los antiguos perredistas, quienes ofrecen una nueva opción ante el hartazgo y el desencanto. La estrategia del Sol Azteca para conservar el liderazgo ante la diáspora de las tribus parece misión imposible. La fuerza del PRD, con todo y vicios y malas mañas, estaba precisamente en la diversidad.
Tras la selección de candidatos el PRD cruzó el punto de no retorno. Hay más dudas que certezas en eso del control de daños. Lo seguro, es que el sueño del carro completo en el DF ha tornado en pesadilla. También es seguro que la costumbre no es más fuerte que el amor… cuando se acaba.
EL MONJE LOCO: La Fiscalía General de la República será la institución pública autónoma más importante y poderosa del país. También, una gran tentación que conlleva riesgos de alianzas inconvenientes, excesos y abusos. ¿Para la designación de Arely Gómez al frente de la nueva PGR, ha pesado más su trayectoria que su relación familiar, cómo aclara el Presidente? ¿Basta una larga carrera en el Poder Judicial para administrar con eficiencia el combate al crimen organizado, empezando por una casa en ruinas?
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