Regresa la tenencia a Guanajuato en 2025, solo para autos de lujo
Los buscan, los buscan… y no los buscan.
A una semana de la “noche triste” de Iguala nada se sabe de los 45 desaparecidos –43 normalistas de Ayotzinapa, el alcalde bailador, y su secretario de seguridad pública. Policías estatales, federales, soldados y hasta burócratas se suman a la búsqueda.
El gobierno de Ángel Aguirre ahogado en el pantano de la inseguridad echa mano del último recurso, la petición desesperada de ayuda ciudadana por medio de recompensas; un millón de pesos a quien aporte datos. El ofrecimiento demuestra que nadie tiene peregrina idea del paradero de los esfumados.
Resulta extraño que ni los 22 policías detenidos ni los 258 acuartelados sepan algo, aún cuando hay testimonios del traslado de varios de los estudiantes en patrullas y camionetas de la policía municipal… y menos se explica la ausencia de pistas, cuando varios de los uniformados consignados son cómplices del crimen organizado.
El Gobernador no se anda por la ramas. Afirma que agentes municipales respondieron con bala a las pedradas normalistas cerca de la central camionera y después, con ropas distintas, emboscaron el camión utilizado por los Avispones de Chilpancingo. Dicho por el mandatario estatal, “Al correr la noche se desató una cacería.
La policía no inhibió el delito, al contrario, lo propició con espíritu diabólico y perverso”, nos dice el mandatario.
Aguirre Rivero se lava las manos; insiste en la podredumbre policiaca por infiltración por el crimen organizado.
Como sea, el trabajo de la autoridad de Guerrero tampoco ha sido inmaculado.
Cómo explicar la desaparición del Presidente Municipal, José Luis Abarca Velázquez –luego de haber recibido licencia para abandonar el cargo– quien se esfumó tres días después de los hechos violentos.
Nadie se ocupó de llamarlo a rendir cuentas por la acción criminal de sus subordinados… menos de vigilarlo; tampoco aparece el director de Seguridad Pública Municipal, Felipe Flores Velázquez.
La presencia criminal en la policía y en el propio gobierno municipal no debería sorprender al gobernador Aguirre. Él mejor que nadie conoce los vínculos familiares del alcalde prófugo con el cartel de los Beltrán Leyva y sus herederos, Los Rojos y Los Guerreros Unidos.
Ayer, en su columna del diario El Universal, Ricardo Raphael recordaba que María de los Ángeles Pineda Villa, esposa de José Luis Abarca, es también hermana del fallecido Alberto Pineda, alias El Borrado, operador de Los Beltrán en Arcelia, Tlatlaya, Iguala y parte del estado de Morelos… nada más, pero nada menos.
A estas alturas y con el agua al cuello, el Gobernador debe responder con hechos, no sólo denunciar simplemente que la policía no sirve.
Hablar de corrupción en las corporaciones del estado no disuelve la responsabilidad de los diferentes órdenes de gobierno, por el contrario, revela el absoluto fracaso de los supuestos esfuerzos de transformar de raíz a las instituciones encargadas de la seguridad pública.
Con muy contadas excepciones (Baja California, Chihuahua y Nuevo León), las promesas de depuración y profesionalización de los agentes policiales han quedado en el aire. A seis años del primer gran compromiso hecho por todos los gobiernos estatales y los representantes de los alcaldes del país, la tarea está muy lejos de cumplirse; los plazos se estiran… y las metas van a la basura. La seriedad ha estado ausente en prácticamente todos los gobiernos.
Quienes se van dejan todo a medias y quienes llegan tienen pretextos para decir que comienzan de cero.
… y al final, todos recurren a la solicitud perversa de la ayuda federal.
¿Para qué perder dinero y tiempo si el Ejército, la Marina, la Policía Federal y la Gendarmería habrán de hacer el trabajo sucio?
BORREGAZO: En Guerrero han pasado diez años y no pasa nada. Si las cosas estaban mal, ahora se ponen peor; sólo queda el reparto de culpas de un gobierno arrinconado por los demonios. El tejido político está podrido; la policía es criminal; imperan los rudos; Guerrero tiene tantas policías que no tiene ninguna. Los responsables de las desapariciones reclaman la presencia de los de los responsables de las apariciones. Urge volver viable lo inviable… ¿Urge calderonizar el peñanietismo?.
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