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QUERÉTARO, Qro., 4 de mayo de 2014.- El plazo se cumplió y luego de cuatro años de no pisar tierras aztecas, la Plaza de Toros de Provincia Juriquilla recibió al «Maestro de Galapagar», José Tomás, en una corrida de expectativa para despedir de los ruedos a Fernando Ochoa tras 22 años de carrera.
Para esta corrida en la que el boletaje se agotó en cinco horas y en la que hubo restricciones como no vestir de amarillo o no ingresar con videocámaras ni grabar con dispositivos móviles, asistieron personalidades de la política, ganaderos, matadores, artistas y aficionados de todas partes del mundo.
José Tomás estuvo por última vez en México en la Monumental de Aguascalientes en 2010, donde recibió una cornada del toro Navegante, con la que estuvo en estado crítico; y su última aparición en ruedos fue en la plaza de Nimes en 2012.
Este sábado, a las 18:00 horas reapareció al lado de Fernando Ochoa en medio de aplausos del respetable que no cesaron hasta minutos antes de que comenzara con el primer toro.
El primero en abrir plaza fue el Maestro de Galapagar, quien -vestido de olivo y oro- lidió a Siempre amigo de la ganadería Los Encinos, el cual brindó al público; toreando en los medios aprovechó para sacarle naturales largos por izquierda y al final colocó una buena estocada que le valió dos orejas, tras petición, para abrir así su regreso a la plaza de Juan Arturo Torres Landa.
El siguiente para José Tomás, Olé Pollo de Fernando de la Mora, fue un ejemplar que pasó sin pena ni gloria; un toro soso al que saludó con verónicas, chicuelinas y manoletinas, pero al final dejó la espada ligeramente caída, por lo que no recibió nada.
Con el quinto de la tarde y último de su lote, de nombre Rey de Sueños, lució su tauromaquia con otra tanda de naturales por ambos lados, toreando en medios, y estuvo cerca de salir lesionado cuando el astado clavó el pitón en su pierna, pero afortunadamente esto sólo encendió el ánimo de la concurrencia para que se pusieran de pie y presenciaran el final de su faena.
José Tomás se tiró a matar al de Fernando de la Mora pero pinchó en seis ocasiones, dejando la espada hasta el séptimo intento y tras un aviso; aunque los aficionados reconocieron su labor con este ejemplar que había brindado a Ochoa y entre gritos de “torero, torero” aplaudieron su actuación, solicitándole la vuelta al ruedo. El juez de plaza premió al bicho con arrastre lento.
En su vuelta al ruedo el matador lucía alegre, correspondiendo los aplausos de los presentes y bebiendo de algunas botas o saludando desde lejos.
Por su parte, el torero nacido en Michoacán, Fernando Ochoa, lidió al primero de su lote, de nombre A flor de piel; un toro con el que pudo intercambiar pases con la muleta por ambos lados.
Ochoa, vestido de crema y bordados en plata, aprovechó que el ejemplar de Los Encinos atendía al llamado, por lo que lució un toreo pegado a tablas. Al final enterró la espada muy abajo, sacando de inmediato y pinchó en dos ocasiones más, por lo que salió sólo entre aplausos.
El segundo en su actuación y cuarto de la tarde, Toda una vida, de la dehesa de Los Encinos, fue un ejemplar al que le pudo cuajar una larga faena, aprovechando por la derecha para sacarle naturales. Fue premiado con una oreja y arrastre lento para el animal.
Un momento significativo para Ochoa fue cuando, tras dar vuelta al ruedo, se fue a los medios con dos ramos de claveles en los brazos y -extendiéndolos- los sacudió para deshojarlos, imitando el cuadro que mandó a hacer José Tomás para el michoacano en esta ocasión.
El último de su lote, que brindó a José Tomás, fue un toro distraído y falto de trapío, por lo que Ochoa apresuró la faena y se tiró a matar al ejemplar de Fernando de la Mora, de nombre Pisa Flores, pero anunció uno de regalo.
Golondrín fue el nombre del astado con el que se despidió de los ruedos. Este último lo brindó al respetable y lo toreó en medios -mientras el mariachi presente en la plaza tocaba “Las Golondrinas”-, luciéndose también con naturales, intercambiados por izquierda y derecha.
El matador logró cortarle dos orejas al de Fernando de la Mora para luego dar vuelta al ruedo ante el público de pie que le demostraba su cariño, mismo que correspondía con gestos amables o bebiendo de algunas botas.
El astado fue premiado con arrastre lento y el torero michoacano puso un ramo de claveles blancos sobre Golondrín, como muestra de agradecimiento ya que fue el último animal que lidió en su carrera.
Después se incorporó a la vuelta al ruedo donde lo acompañaron el ganadero De la Mora y el empresario Juan Arturo “El Pollo” Torres Landa, al son de Caminos de Michoacán.
Finalmente, para decir adiós, ambos matadores se fueron a los medios, donde el de Galapagar le cortó la coleta a Ochoa y salieron a hombros por la puerta grande, en compañía de Torres Landa.
Ficha:
1.- Siempre amigo de Los Encinos, 507 kg (José Tomás)
2.- A flor de piel de Los Encinos, 502 kg (Fernando Ochoa)
3.- Olé Pollo de Fernando de la Mora, 555 kg (José Tomás)
4.- Toda una vida de Los Encinos, 515 kg (Fernando Ochoa)
5.- Rey de sueños de Fernando de la Mora, 537 kg (José Tomás)
6.- Pisa flores de Fernando de la Mora, 500 kg (Fernando Ochoa)
Regalo.- Golondrín de Fernando de la Mora, 480 kg (Fernando Ochoa)