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QUERÉTARO, Qro., 27 de diciembre de 2013.- Fernando Martínez Bustos, científico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), Unidad Querétaro, encabeza un proyecto desde hace 14 años en el campo de polímeros orgánicos o naturales que hasta el momento presenta avances significativos. Se trata del desarrollo de materiales biodegradables que al final de su vida útil se eliminan como residuos orgánicos que al descomponerse pueden servir como abono para las plantas.
De acuerdo a la página Investigación y Desarrollo, lo anterior derivó en la creación y el análisis de materiales termorígidos (platos, vasos, cucharas), materiales flexibles (bolsas desechables, cajas de huevo) y contenedores biodegradables, a partir de polímeros orgánicos (almidón, proteína y fibra) nativos o modificados usando procesos usados en la fabricación de plásticos mediante extrusión, moldeo-inyección y soplado.
El moldeo por inyección consiste en inyectar un polímero en estado fundido (o ahulado) en un molde cerrado a presión y frío. El material se solidifica en el molde y la pieza se obtiene al abrirlo. Se trata de un proceso ambientalmente más favorable, ya que no contamina el ambiente de forma directa, no emite gases, ni desechos acuosos.
La extrusión es un proceso en donde el material se empuja o extrae a través de un troquel de una sección transversal deseada. Las ventajas principales de este proceso por encima de procesos manufacturados son la habilidad para crear secciones transversales muy complejas y el trabajo con materiales que son quebradizos. De acuerdo con Martínez Bustos, ingeniero químico y doctor en biotecnología, en México se pueden aprovechar co-productos orgánicos de diferentes fuentes de almidón como es el caso de maíz, trigo, sorgo y papa.
También de fibras naturales como bagazo de caña de azúcar, henequén, residuos de los agaves de tequila, mezcal y pulque, que se encuentran en los residuos agrícolas que pueden ser utilizados en la fabricación de polímeros biodegradables. Es así como mediante procesos usados en la industria de plásticos se elaboran diversos materiales biodegradables en condiciones de fabricación fácilmente reproducibles.
El investigador explicó que México produce 32 millones de toneladas de residuos urbanos al año, de los cuales, el 4 por ciento (1.28 millones de toneladas) son de plásticos y sólo alrededor del 9.43 por ciento de estos residuos se recicla. Perteneciente al Sistema Nacional de Investigadores Nivel III, Martínez Bustos reconoció que los fondos para la investigación en este campo son muy limitados, ante la falta de conciencia de la importancia del desarrollo de estos materiales biodegradables.
Si bien existe una tendencia internacional en el manejo de materiales poliméricos que son amigables con el medio ambiente, consideró que una gran ayuda para hacer el proyecto comercialmente viable sería que el gobierno aprobara leyes para hacer obligatorio el uso de materiales biodegradables, junto con los incentivos adecuados en materia económica, social y legal.
Agregó que hasta el momento, algunas empresas están interesadas en este tipo de polímeros ante el alto costo de los materiales, cuya biodegradabilidad a menudo no está garantizada por los importadores.