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Se trataba de una nueva técnica pictórica que llevaría por nombre pintura accidental, pero que Siqueiros mismo llamó “accidente controlado”.
MÉXICO, DF, 15 de agosto de 2015.- En 1936, el afamado pintor chihuahuense David Alfaro Siqueiros descubrió “algo maravilloso, sólo semejante al misterio de la creación biológica, al secreto de las configuraciones geológicas, al misterio de la creación entera, mediante el uso de simples superposiciones de colores que por absorción, en un tremendo e inexplicable maridaje, producen los más extraños y gloriosos fenómenos plásticos”.
Añadió que en un taller experimental, realizado en Nueva York, “pudimos crear lo más insospechado y dinámico (…) Formas que se revuelven entre sí y se destrozan las unas contra las otras, lanzando al aire la síntesis de su choque”. Se trataba de una nueva técnica pictórica que llevaría por nombre pintura accidental, pero que Siqueiros mismo llamó “accidente controlado”, informó la UNAM en un comunicado.
Para realizar sus obras utilizó todos los procedimientos imaginables: “(…) la brocha de mano, la brocha mecánica, las veladuras, las raspaduras y los trucos imaginables de la alquimia pictórica (…)”. Sin embargo, nadie había explicado cómo se producen tales efectos.
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