Grooming: una amenaza creciente para los menores en entornos digitales
QUERÉTARO, Qro., 25 de marzo 2016.- Una vez más, como cada viernes Santo, pies descalzos recorrieron las calles del Centro Histórico, y en ellas, se hicieron sonar las cadenas que se aferraban a los tobillos de los penitentes que participaron en la quincuagésima procesión del Silencio en Querétaro.
Niños, niñas, hombres y mujeres por igual recordaron con su caminar y con sacrificio la pasión y muerte de Cristo.
Ellos con cruz de mezquite en hombro, pies descalzos, cadena atada a sus tobillos y con el rostro ecapuchado. Ellas con el velo sobre la cabeza llevando en mano cada una de las insignias con las que Jesús sufrió el dolor y la pasión de su muerte: clavos, coronas de espina, látigo, la esponja con la que recibió vinagre en la boca antes de morir y los dados con los que los soldados se disputaron sus ropas.
A partir de las 6 de la tarde más de mil 600 penitentes conformando las 22 hermandades caminaron en fila unos tras de otros hasta concluir el recorrido que seguía las calles de Felipe Luna, 5 de mayo, Pasteur, Reforma, Juárez, Angela Peralta, Corregidora e Independencia.
Desde las 5 de la tarde las personas comenzaron a aproximarse al perímetro de donde había de llevarse a cabo el recorrido niños sentados en el piso mientras que los adultos mayores estaban sentados en sillas plegables para vivir de principio a fin la procesión.
A decir de algunos ciudadanos, a la tradicional Procesión del Silencio se le ha dejado de dar el significado de luto y respeto a Dios que antes tenía.
Para Rogelio Vega, queretano de nacimiento la Procesión es una tradición que cada vez es visitada por más personas, y recuerda que desde siempre ha asistido aunque no practique los actos típicos de semana Santa.
«Es un evento religioso respaldado por todos los queretanos (…) yo soy de aquí y tengo aquí toda mi vida y seguido vengo aquí de aquí no salgo».
Cesar Maldonado y Pedro Ortega visitantes que residen en Guadalajara, piensan que la Procesión debe ser una acto de luto.
«Se supone que es un acto como de duelo, algo más significativo sin sonidos así como de trompetas y demás», expresó Pedro Ortega.
Mientras tanto, María del Carmen Herrera opina que el significado se ha modificado por completo y ha perdido espiritualidad, a pesar de que haya excepciones piensa que debería de ser un evento solemne para recordar la pasión de Cristo.
«Antes era más espiritual, ahora ya es más mundano y menos respeto a Dios sobre todo en la iglesia debe haber más respeto, como viernes Santo que toma en cuenta el ayuno», explicó María del Carmen.
Luego de tres horas de recorrido, la primera hermandad completó el recorrido, detrás de las vírgenes que traían en manos las insignias de la pasión de Cristo se unió el obispo a Faustino Armendaris para llegar al templo de la Santa Cruz.
De manera extraoficial se reportaron algunos incidentes frente a la iglesia de Teresitas sin que pasara a mayores, solo el susto de asistentes.