Shinzaburo Takeda, el artista que convirtió a Oaxaca en su patria
Violencia de maridos a esposas; incluso cárcel
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Impresionante la agresión que reciben mucha mujeres en el país de parte de sus cónyuges,
utilizando el chantaje de los hijos en lo que se llama agresión vicaria. A unos días de que
Claudia Sheinbaum se convirtiera en la primera presidenta mexicana, señalé que era tardía
esa llegada sin más explicación que el machismo, pero nunca es tarde si la dicha es buena y
cuando la verdad se abre paso, señalé. Pero atrás, para muchas mujeres estaba otra
realidad. La que todavía no cambia y a la que hay que enfrentar de manera radical, cuando
nos hemos enterado de las muchas mujeres que son perseguidas y enviadas a prisión o
sometidas a las peores agresiones, cuando no asesinadas, por cuestionar su forma de vida
en el interior de un matrimonio. Y en el que están de por medio los hijos que son parte del
chantaje que utiliza el macho. Véase que recalco macho, no hombre, al que se aceptó por
desgracia en el ámbito matrimonial, hasta que la mujer comprendió su situación a veces
demasiado tarde.
LOS CASOS DE MUJERES AGREDIDAS Y A VECES ENCARCELADAS, SON MUCHOS.
Los reportajes sobre el caso que están publicando en el diario La Jornada, ponen el énfasis
en la vinculación que mantienen los maridos agresores con sectores fuertes, el Poder
Judicial entre ellos. Vinculación que desde luego se robustece con dinero. El caso que inicia
esos reportajes es el de la veracruzana María Fernanda Turrent, encarcelada por su cónyuge
Edgar González Peredo, en una relación en la que el marido retiene a los hijos y la propia
madre es acusada de retenerlos cuando les permite su acceso. Por lo que se enuncia y
puede investigarse, el caso se reproduce en el país y en el mundo con cifras incontables,
más cuando se agregan los feminicidios y otras agresiones que surgen en el hogar, ejemplo
que se vio multiplicado en la pandemia. En el uso de recursos legales y el poder económico
que por lo general en un matrimonio los controla el marido, la separación de la mujer es
algo que no se puede tolerar y las agresiones son usadas para ejercer venganza contra
ella. Porque trasciende en muchos casos que lo que está atrás es el despecho, el coraje por
una liberación y el odio de perder al objeto de la agresión. En su ascensión a la silla, al
señalar que todas las mujeres ascendieron con ella, Sheinbaum llamó a no tener miedo y a
buscar el cambio. Pero por desgracia hay que recordar que la violencia todavía está presente
y en ocasiones se extiende a niveles peligrosos. Muchas mujeres que asumieron el rol
machista, y que se han refugiado en la convención de las iglesias y en la decrepitud de la
derecha, deberían de asumir ese cambio. Y sobre todo, tener presente los recursos de
defensa y utilizarlos a tiempo ya que muchas mujeres perdonan agresiones y ofensas que
van subiendo de tono, hasta que ya es imposible el control.
EL MIEDO EN LAS MUJERES DEBE SER ABORDADO SOCIALMENTE
Un caso muy similar al de muchas mujeres y que pudo ser el caso de María Fernanda
Turrent, en el interior de su hogar, presenté el pasado mes de septiembre en una crónica.
Como ejemplo reproduzco unas de sus partes. Autora de Hijas del miedo ( Ediciones marzo
2024) la sonorense Fernanda Olguín escribió un libro que denuncia la presencia permanente
del miedo en el interior de la familia, sin que al parecer haya pruebas concretas y visibles
que lo demuestren en la persona que lo produce. A lo largo de páginas, va señalando como
vivió durante ese tiempo y con tres hijos, sobajada verbalmente y con actitudes de
superioridad machista, por mas que en ningún caso haya habido golpes como en otros
casos. Pero la actitud del marido en su prepotencia personal, era lo suficiente agresiva.
Recalca el caso de una mujer separada 17 años después de haberse casado, que termina en
un refugio porque el terror que experimenta ya no es tolerable. El esposo no la golpea ni le
afecta en su cuerpo. Es la suya una sevicia cotidiana a partir de expresiones en palabras de
minusvalidez permanente, en contra de la esposa y de un trajinar cotidiano en hacer de ella
un ser sin ningún valor. Las psiquiatras que atendieron a la mujer se lo dijeron y
singularmente fueron o son las pruebas científicas que tiene ella, para demostrar el
menoscabo permanente que sufrió a través de la sevicia diaria.
LOS HIJOS TAMBIÉN PUEDEN SER VÍCTIMAS DEL MIEDO
El libro basado en un hecho real, muestra como la destrucción ejercida en la mujer, se
extiende a dos de sus hijos adolescentes que deciden quedarse con su padre. Los
jovencitos no han podido entender el efecto ejercido sobre su madre y eso certifica,
entonces, que el otro género expresado en los dos hijos, se convierten en víctimas también
del miedo que ejerce el padre, aunque en apariencia lo estén apoyando. Estos casos que
según la autora suelen darse en forma permanente, y que fueron muy comunes durante la
pandemia, expresan que hay conductas destructoras que no se presentan en lo público
porque se desarrollan en el interior y que en muchos casos terminan en una violencia final.