Líneas Quadratín
4ª-T subsana y complementa TCL
de Salinas; modernización vía IP
Más que un segundo piso del proyecto cuatroteísta de López Obrador, el Plan
México 2030 de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo es el segundo nivel de la
contrarrevolución neoliberal de Carlos Salinas de Gortari 1979-1994: un modelo
capitalista tecnificado con distribución de la riqueza solo a través de subsidios
improductivos.
Cuando López Portillo comenzó en 1977 toda su oferta planificadora y dio a
conocer objetivos que parecieron en su origen demasiado idealistas, el entonces
secretario de Educación y luego priista disidente, Porfirio Muñoz Ledo, planteó la
metáfora del flechador del cielo: no encajar una flecha en el sol, sino lanzarla para ver qué
tan lejos podía llegar.
El Plan México de Sheinbaum se sustenta en el modelo de globalización económica
neoliberal del T-MEC, pero ahora con la construcción de una nueva estructura productiva
modernizada tecnificada y hasta robotizada para reindustrializar los que desindustrializó
el tratado diseñado por Jaime Serra Puche para entregarle a Estados Unidos la
subordinación económico-productiva de México.
En este contexto, el Plan México es más ideal que es real porque parte de
objetivos que desconoce la realidad de la destrucción productiva de México. Las cifras
consolidadas de la participación de México en la economía global están a la vista, de
acuerdo con un recuento del economista Arnulfo R. Gómez:
–El PIB de México en el mundo bajó posiciones.
–La participación de México en el PIB mundial también disminuyó.
–La ubicación del PIB per cápita de México cayó a niveles del lugar 76.
–El déficit comercial crónico de México ha reflejado la incapacidad para
aprovechar el comercio exterior.
–La participación mexicana y la exportación mundial sigue bajando de lugares.
–Centenas de empresas exportadoras mexicanas han cerrado puertas.
–El porcentaje de los productos mexicanos en exportación total ha bajado de 50%
probablemente 35%.
Estas cifras revelan que el Tratado de Salinas solo eliminó las barreras arancelarias
para aumentar las exportaciones, pero estos productos de venta en el exterior fueron
aumentando su dependencia de importaciones.
Todo ello se resume en un punto central que debe de evaluarse como eje del Plan
México: la desindustrialización desdeñada por Serra Puche como negociador del Tratado
le impidió al país aprovechar la integración productiva. Y ahora el Plan México es el
modelo de desarrollo que debió de haberse diseñado y puesto en operación a la par del
de la apertura comercial.
Esto quiere decir que el Plan México no es un programa por sí mismo y para sí
mismo, sino que está diseñado para modernizar el modelo de desarrollo mexicano y
ajustarlo a la subordinación de la integración productiva que va a aumentar su
dominancia con el proyecto del presidente Trump de devolverle a dar centralidad a la
planta productiva estadounidense, sin preocuparse por los daños que cause a las
economías de Canadá y México.
Pero para darle funcionalidad al Plan México, el modelo de Estado de la presidenta
Sheinbaum tendrá que ser aún más neoliberal porque depende –ante la quiebra técnica
de las finanzas públicas que no tiene excedentes después de los pasivos que dejó el
presidente López Obrador y del dinero etiquetado a subsidios improductivos– de que el
sector privado mexicano regrese a ser el factor dinámico de la nueva producción.
Y para completar la lista de pasivos que debe de atender con prioridad y urgencia
la presidenta Sheinbaum se tiene que dejar en claro que el proyecto de Plan Nacional de
Desarrollo presentado hace unos días en Palacio Nacional tendrá que rehacerse para
desechar su propuesta de plan dogmático lopezobradorista, buscar una alianza
productiva que le regrese al sector privado su centralidad económica y reconstruir todo el
aparato de formación de fuerza productiva en la educación y la técnica que hoy tiene
candados antineoliberales.
La primera revisión superficial de decisiones y metas del Plan México no requiere
de enorme esfuerzo analítico para concluir que el Estado actual no tiene ninguna
capacidad de financiar la reforma productiva y que entonces tendrá que venir el
reconocimiento público de que ese modelo de modernización estará en manos de la
voluntad política del sector privado.
Y también aceptar que el Plan México complementa el Plan TCL de Salinas de
Gortari.
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Política para dummies: la política a veces da muchas vueltas para regresar al
mismo lugar.
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