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QUERÉTARO, Qro., 21 de diciembre de 2024.- El pavo, conocido en México como guajolote, es un alimento con una rica historia que trasciende lo culinario. Según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), su nombre náhuatl huexólotl significa viejo monstruo, destacando su imponencia. En la época prehispánica, los mexicas lo relacionaban con el dios Tezcatlipoca, mientras que culturas norteamericanas como los Apaches lo asociaban a rituales curativos y agrícolas.
La tradición de preparar pavo en Navidad se remonta al siglo XVI, cuando las familias nobles europeas, al celebrar la Natividad, adoptaron esta ave por su gran tamaño y versatilidad culinaria. En México, la incorporación del pavo a las festividades navideñas simboliza una fusión de culturas: su domesticación por los pueblos originarios y las costumbres traídas por los españoles dieron origen a esta práctica que perdura hasta hoy.
Además de su significado cultural, el pavo se distingue por su versatilidad en la cocina. Asado, relleno, en mole o con salsas, su carne magra y jugosa permite adaptarlo a distintas preparaciones, haciéndolo ideal para reuniones familiares. En la temporada navideña, su disponibilidad en el mercado también impulsa su consumo, beneficiando a productores locales.
El pavo no solo es un platillo navideño, sino un símbolo de unión familiar y generosidad. Su preparación reúne a familias en torno a la mesa, reafirmando tradiciones que conectan el pasado prehispánico con las celebraciones contemporáneas. Un alimento que, más allá de su sabor, cuenta historias de identidad y convivencia.