La suerte de Cuitláhuac, el indeseable
Brugada, peregrinajes masivos y libertad de cultos
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La nueva jefa de gobierno de la capital de la República, Clara Brugada, tendrá que definir su
postura en torno a los millones de peregrinos que llegan de visita, a la celebración de la
Virgen de Guadalupe. Surgen dudas dada la forma como se exaltó el rito de la crucifixión en
Iztapalapa, lo que hace presumir una definición religiosa. Pero creyentes y no creyentes,
estamos expuestos todos los años a la llegada de enormes multitudes, muchas de las
cuales traen enfermedades que vienen a exponer para un milagro a su virgen. El problema
anual que enfrentamos en estas fechas y que siempre hemos comentado en esta columna,
es el de los peregrinos que llegan a visitar a la Virgen de Guadalupe, cuando tienen en sus
pueblos iglesias en donde pueden desahogar sus creencias religiosas. O venir en pequeños
grupos en otras fechas.
ANTE EL PROBLEMA, LOS GOBIERNOS DE LA CDMX NO DEBEN HACER CASO OMISO
Siempre se habla de ocho a diez millones de personas que se desplazan de sus pueblos y
hogares, para realizar esa visita religiosa. Los titulares del poder en la Ciudad de México, han
hecho caso omiso de los graves efectos que esas aglomeraciones tienen para la salud de los
capitalinos. Hay un cambio brusco de integración ciudadana en solo unos días, en una
ciudad que ya tiene sobre población, más de 9 millones y agrega la ocupación de grupos de
migrantes que se quedan por semanas y a veces por meses. La protesta se enfoca en un
problema de salud y son las autoridades locales las responsables de cuidarla. Además el
problema de la contaminación con mas de 60 toneladas de basura que dejan los visitantes,
solo en los entornos en donde se instalan por la alcaldía Gustavo A. Madero.
SON MILES. EN EL 24 CONSTITUCIONAL SE PRESUMEN MUCHAS CREENCIAS
La actual norma suprema señala en su articulo 24, que hay libertad de cultos en el país,
hecho que fue signado allá por el 4 de diciembre de 1860 por Benito Juárez. Y todos los
cultos públicos deben signarse en leyes reglamentarias. Cosa que no se aplica. El gobierno
capitalino ha dado manga ancha a una sola iglesia, la católica, para que realice sus
encuentros. En el país hay miles de creencias y la Secretaría de Gobernación lleva el
registro. El caso de esa iglesia única a la que consienten, llega al extremo de que en los
medios se refieren a ella como “la iglesia”, como si fuera religión de estado y no hubiera otras
creencias y otros cultos. Frente a los derechos de tránsito y de liberad de cultos, se yergue
uno fundamental, el de la vida. La alteración de la salud puede afectar y de hecho lo hace
cada año si se analizan las cifras del sector salud. A las autoridades se les ha planteado todo
tipo de soluciones, una de ellas señalar al clero católico la dispersión de marchas en
diferentes épocas, la reducción de participantes y la celebración de sus santos en sus
lugares de origen. Nada de eso ha sido tomado en cuenta. Solo por el Covid se logró una
reducción en esas fechas. De hecho la responsable de la asistencia masiva a la Ciudad de
México en estas fechas, es la exaltación de fechas y de actos que promueven la asistencia.
Durante la pandemia se logró controlar en parte, pero no totalmente. Pero si hubo un poco
de control, cosa que se puede hacer en este momento. Veremos que hace la señora
Brugada.