Muere Quincy Jones, productor de éxitos de Michael Jackson y Sinatra
¿Xóchitl o Acosta, los Cárdenas
o AMLO del nuevo partido?
La historia partidista de México revela que la política es de élites, que los
ciudadanos son imaginarios y que el pueblo carece de voluntad participativa. La reforma
político-partidista de 1978 a 2024 ha mostrado a una oposición exitosa solo en las figuras
elitistas de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador, en tanto
que el PRI, el PAN y el PRD han sido meros aparatos al servicio de sus oligarquías
dirigentes.
Las elecciones presidenciales de junio del 2024 probaron que en México no es una
sociedad política, ni un sistema de representación, ni una democracia activa, sino que
sobraron evidencias de que el mexicano sigue siendo un pueblo y no una colectividad
organizada para alcanzar y gestionar el poder.
Los liderazgos opositores han equivocado la estrategia: México no anda en busca
de una democracia efectiva sino que grupos políticos usan el poder para estabilizar las
contradicciones sociales y de clase. Los caudillismos formales, informales y necesarios son
producto de la disputa por el poder entre corporaciones de políticos y todas las
formaciones exitosas han dependido de un liderazgo bonapartista –es decir ambicioso,
personalista, caudillista y manipulador de expectativas–, desde Álvaro Obregón a López
Obrador.
Todo grupo disidente del partido dominante en turno ha buscado fundar un
partido político de coyuntura después de sus derrotas: Cárdenas en 1987 y López Obrador
en 2006. Y los desprendimientos de partidos formales solo han sido exitosos en función
justamente de caudillismos populares o populistas. EN realidad no ha habido nuevas
militancias sino realineaciones de las militancias partidistas: hoy son de un partido y
mañana de otro.
Xóchitl Gálvez Ruiz y Guadalupe Acosta Naranjo fueron aplastados por López
Obrador y Morena en las elecciones presidenciales de junio pasado y la coalición PRI-PAN-
PRD agotó sus posibilidades de liderazgo social por el comportamiento mezquino de sus
líderes, por la certeza de que Xóchitl nunca habría podido ganar las elecciones y por el
realismo político que centró las posibilidades electorales en el acaparamiento de
posiciones legislativas para los dirigentes de esas tres formaciones partidistas.
Gálvez y Acosta parece que entendieron el juego político pero a posteriori: en sus
primeros pasos el fin de semana para crear un nuevo partido entre los dos o cada uno por
su cuenta parece prevalecer la lectura equivocada de que hay una sociedad política-
ciudadana en busca de dirigentes clasemedieros que puedan llegar a posiciones de poder
para desplazar a la élite dirigente qué tiene el control del país desde 1920.
Gálvez y Acosta suponen que las corrientes clasemedieras de la autodenominada
Ola Rosa que llenó varias veces el Zócalo son mayoritarias, que pudieran construir una
mayoría o que tendrían capacidad para liderar una movilización ciudadana de una
sociedad sin ciudadanos.
Los datos prueban el enfoque equivocado, tergiversado o manipulador de Gálvez y
Acosta:
–El PRI y el PAN consolidaron sus votos a la baja: 15.3 millones de sufragios, el
26% entre los dos.
–La base no partidista de la candidatura de Xóchitl estuvo solo en el PRD y sumó
apenas 1.8% de los votos, 1.1 millones de boletas. Para mantener el registro, el PRD debió
de haber acumulado 1.8 millones de sufragios, el 3% de la votación.
–Si PRI y PAN tienen amarrados sus votos, entonces el nuevo partido tendría que
salir de la votación del PRD: 1.1 millones de votantes de esa clase media amorfa, porque la
base perredista-cardenista-lopezobradorista se fue a Morena.
–Pero en términos generales, el nuevo partido tendrá que garantizar –en cálculos
prospectivos muy generales– 2 millones de votos en 2027 para amarrar el registro con 3%
de sufragios mínimos.
–Y para robarle votos al PRI y al PAN, se necesitaría un solo partido de oposición,
un liderazgo unificado y una figura dominante al estilo de José Vasconcelos, Cárdenas
Solórzano o López Obrador. Pero hasta ahora esa oposición amorfa apenas cuenta con
Xóchitl, Acosta, Lorenzo Córdova Vianello, José Ramón Cossío Díaz, José Woldenberg,
Margarita Zavala, Manlio Fabio Beltrones Rivera y algún lopezobradorista desencantado.
El PRI y el PAN van a fortalecer sus estructuras internas para evitar éxodos como
en el pasado y Morena será por varios años el panal de las abejas obreras. Y en términos
de liderazgo político, Gálvez Ruiz y Acosta Naranjo carecen, de entrada, de credibilidad
real.
Así que el nuevo partido político que se cocina nacerá de la nada política.
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Política para dummies: La política es un oficio artesanal, no un empleo.
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