Indicador político
El polémico e histórico proceso electoral de 2004 llega hoy a la penúltima antesala
de definición de resultados: el Instituto Nacional Electoral, basado en la Constitución y las
leyes, le otorgará mayoría calificada a Morena y aliados en la Cámara de Diputados y solo
a tres curules en el Senado.
La inexplicable y oximorónica alianza entre tres partidos históricamente
confrontados que se unieron contra la figura política del presidente López Obrador está
tratando de ocultar su verdadero fracaso electoral detrás de una campaña mediática
contra la sobrerrepresentación, partiendo del dato muy sencillo de que la Constitución
permite legisladores adicionales por partido y no solo como coalición y Morena aprovecha
los resquicios de las leyes para fijar una ventaja inalcanzable.
La oposición tuvo todo a su favor para hacer un papel más digno en las elecciones,
pero las mezquindades, la incapacidad de estratégica, la ausencia de bases y votos y la
falta de un verdadero liderazgo prohijaron a la peor candidata presidencial en la historia
opositora del México moderno con una Xóchitl Gálvez Ruiz incapaz, políticamente inculta,
superficial, vulgar, incompetente en el manejo de hilos de poder y sobre todo sin una
propuesta coherente, a pesar de que los pesos pesados de la intelectualidad en modo
orgánico la quiso convertir en la Santa Evita antilopezobradorista.
La diferencia de votos menos de 30 % contra casi 60% en la votación presidencial
es una fotografía resumida de las selecciones. Los principales responsables del fracaso no
serán los consejeros del INE ni los magistrados del Tribunal Electoral, sino los tres
dirigentes de los partidos de la coalición opositora, los tres, por cierto, adversarios de
partidos históricos que se confrontaron desde 1938 y 1989, que se tiraron todo tipo de
lodo para dejar marcada la conciencia política de los electores lo que representaba cada
uno de ellos, y repentinamente aparecieron del brazo y por la calle cobijados por un
discurso vacío, irrespetuoso de los electores, sin ideales y solo repartiéndose las curules
del legislativo y con ello dejando la impresión de que nunca les importó la candidatura
presidencial.
Los tres partidos de oposición eran las instancias centrales para la construcción de
una gran alianza contra López Obrador, Morena y aliados, pero fueron incapaces –para
decir lo menos– de construir un proyecto político de alternancia; por si fuera poco, las
dirigencias de los tres partidos de oposición le dieron con la puerta en las narices a las
figuras de la sociedad civil o expartidistas que hubieran podido concitar pequeños bloques
electorales, porque Alejandro Moreno Cárdenas Alito, Marko Cortés y Jesús Zambrano —
en términos objetivos– se agandallaron las candidaturas legislativas.
La ignorancia política de la candidata Gálvez Ruiz la llevó a una campaña que fue
de tumbo en tumbo, que no tuvo coherencia política, con panistas en su equipo de trabajo
que habían fracasado en otras campañas, ella misma zarandeada por tratar de seguir a
bote pronto los consejos que pululaban en los medios y que indicaban que el bloque de la
campaña opositora carecía de unidad, de firmeza, de definición y que en los hechos nunca
entendió de que se trataba la campaña presidencial opositora de 2024.
Aplastados por la aplanadora de López Obrador, Morena y partidos aliados, la
oposición y sus titiriteros intelectuales, académicos y autodenominados expertos
electorales se han agotado en una campaña mediática para frenar en el debate retórico lo
que lamentablemente las leyes permiten: la sobrerrepresentación por partido y no por
coalición.
Hoy el INE dará a conocer de manera oficial lo que ya había filtrado: el reparto de
plurinominales en función de partidos y la sobrerrepresentación correlativa, con la
circunstancia agravante de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial no podrá salirse del
mismo esquema de interpretación.
El fracaso de esta campaña mediática contra la sobrerrepresentación por partido
se le debe acreditar a la falta de credibilidad política de José Woldenberg y Lorenzo
Córdova Vianello, dos de las figuras icónicas de las reformas electorales de Carlos Salinas
de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León y Enrique Peña Nieto, quienes tomaron el
control antidemocrático de la autoridad electoral IFE/INE para intentar frenar la
avalancha lopezobradorista, fueron el pivote central de la campaña de Santa Xóchitl y no
pudieron frenar la avalancha de votos por la propuesta de reforma del presidente López
Obrador.
El reparto de plurinominales por las autoridades electorales serán el último clavo
al ataúd del fracaso opositor.
-0-
Política para dummies: la política es la tensión dinámica entre poder y poder.
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del
periódico que la publica.
[email protected]
http://elindependiente.com.mx
@carlosramirezh