El presupuesto es un laberinto
Derrotas. Las noches tristes de junio
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Cuando ya rondan los 504 años de aquella que se llama la Noche Triste de Hernán Cortés,
surge la duda de si el invasor lloraba de tristeza o de furia. Esto último es lo más lógico,
porque acababa de sufrir una derrota de los aztecas. Es lo mismo que puede pensarse de la
derrota cercana en los comicios, si realmente hubo tristeza. Por lo que vimos en imágenes,
lo leímos y escuchamos en palabras, la derrota se expresaba en coraje, acusaciones y
denuncias. No se veía llanto por ningún lado al menos que lo hallan reservado para sus
casas. En el primer caso además, hay que recordar que los españoles se alzaron victoriosos
después de aquel 30 de junio de 1520 y se quedaron viviendo felices con los negocios que
todavía tienen en México.
PASARON TRES SIGLOS DE AQUELLA VICTORIA, PARA LA INDEPENDENCIA.
Los verdaderos siglos de la dominación que presuntamente terminaron en 1821, serían tres a
partir de aquella victoria, porque ”tres siglos arrastraste llorando tus cadenas” le decía al
pueblo el poeta y aunque ese pueblo de México como en otros entornos y en aras del
neoliberalismo, carezca como todos los pueblos de la tierra, de una auténtica
independencia. Es verdad que tenemos soberanía y cierta independencia se expresa en el
interior de muchas maneras, pero la existencia de un órgano multiestado como es la ONU,
nos tiene bajo control. Aquí entran, regaña el embajador de la ONU, se mete la OEA; nos
regaña por acusaciones opositoras, se mete Estados Unidos, a través del sombrerudo don
Ken y lo acabamos de ver en el de verdad paradigmático caso de los aguacates. Las redes
internacionales viven y circulan en nuestro país, aplican sus propias normas y no hay quien
las controle. Ningún país puede decirse, tiene una independencia real y cuando tratan de
hacerlo se le van encima los demás, los que realmente tienen el control a partir de cinco
votos expedidos por la ONU. Nosotros siempre tenemos encima a Estados Unidos.
EL AHUEHUETE COMO SÍMBOLO, NO ESTÁ EN LOS OTROS SÍMBOLOS
Es extraño que siendo el ahuehuete un árbol histórico, no haya aparecido en los símbolos.
Prefirieron la planta de nopal que no es original de México. Si de algo se recuerda de aquella
llamada noche triste de aquel 30 de junio, es por el ahuehuete, árbol simbólico que nos ha
acompañado desde hace siglos. Se calcula que puede tener más de 2 mil siglos. Su figura
se yergue en la avenida Reforma después de la triste muerte de la palma que adornaba ese
espacio, pero está la presencia seca del original en la Calzada México -Tacuba, en sus
orígenes llamada Calzada México -Tenochtitlán porque cerca había una isla de ese nombre.
Está por lo que era Tlacopan y en lo que es considerada según las enciclopedias, la avenida
más antigua de América latina. En su memoria, además del de Reforma, está uno vivo que
plantó Clara Brugada en Iztapalapa y a éste y al de Tacuba se les llamó El árbol de la
Victoria en 2021, fecha de los 200 años de la Independencia Hay miles y miles de esos
frondosos árboles pero son famosos los de Oaxaca en Santa María del Tule que está
considerado el más alto de México y uno de connotaciones religiosas en Chalma. Vale
mencionarlo porque está dentro de las leyendas que tiene México, además de que el árbol
se yergue original de México, frondoso de tal manera, que según los que han medido a los
más antiguos, ni 20 personas de pie, unidas, pueden llegar a su altura, ni 40 pueden cerrar
su cintura en algunos casos. Estamos pues, ante un monstruo maravilloso de árbol, que nos
recuerda a uno de los grandes triunfos que hemos tenido en nuestra historia. Así el mentado
Hernán Cortés solo se haya estado haciendo el chillón.