Para Contar
El cambio sigue. Viejitos al ataque
Ellos serán determinantes. El INEGi los situaba casi en 18 millones, en 2022. Una cifra de 17 millones 958 mil 700, más del 14 por ciento de los ciudadanos del país. Se queda uno maravillado cuando ve por el mundo a seres que se acercan a los noventa, a los cien y ahí andan felices todavía. No fue siempre así. Ver en la reciente entrega de premios de cine a George Lucas y a Francis Ford Coppola que juntos suman más de 170 años que ahí andaban presumiendo de su historia y el primero recibiendo premios, levanta el ánimo. Aquí un hombre reconocido como Cuauhtémoc Cardenas llega a los noventa años el primero de mayo y su compañera de aquella huida del PRI Ifigenia Martínez, está en la cercanía de los cien. Aquellos abuelos que vivían sus últimos días recordando un tiempo que fue, nunca imaginaron la prolongación de sus años y la importancia que tendrán a medida que el tiempo pase. México se advierte cómo un país que a mediados del siglo tendrá casi la tercera parte de adultos mayores.
LOS ADULTOS MAYORES ESTARÁN EN LA PALESTRA DEL CAMBIO EN EL PAÍS
La cara llamativa de los viejos la dan los más productivos, (Carlos Slim rebasa los 85), los creadores, los que tienen grandes pensiones y mantienen a sus familias. El alerta sobre esas edades ha sido contundente y en todos los estados se les reconoce. Hay quejas, es cierto, agresiones en el seno familiar, desprecios, pero la mayoría levanta la cara. La ancianidad se alarga con el paso del tiempo y ahora representa un fuerte baluarte de la población por su experiencia y el compromiso que han asumido muchos, pero en 2050 ese baluarte casi se duplicará con el 30 por ciento, casi la tercera parte del país, como ya se dijo. Pero el tiempo no se detiene y hasta los personajes ficticios acumulan años. Bátman tendrá más de 85. Los viejos cineastas Clint Eastwood de 94 años y Roman Polanski con otros tantos, se aferran a su arte y siguen creando. Cuando Fernando Benítez escribió El rey viejo en 1959 (Fondo de Cultura Económica 1961) con portada de Vicente Rojo que rebasó los 82 años antes de morir, Benítez era un jovenzuelo en relación a los mencionados arriba; tenía 47 año y murió a los 88 en el dos mil. Venustiano Carranza, fue asesinado a los 60 años, tal como lo exhibe ese libro, que en ese tiempo era una de las edades climáticas de los ancianos ¿Que pensaría Cristo en estos momentos con 2024 años o el ínclito Matusalén con tan solo un rebase de cien años?
LA LECTURA ES UNIVERSAL Y NO TIENE EDAD. LOS VIEJOS DAN LECCIONES
Dan risa esos que hacen listas de libros que deberían de leer lo viejos. La lectura no tiene edad. Aunque hay libros que si la tienen por el tiempo en que fueron escritos y su presentación material cuando fueron impresos. Los escritos de los filósofos de la antigüedad y la propia Biblia que tienen siglos y siglos, los estudian los jóvenes, ¿Por qué un viejo tiene que ser enviado a libros especiales, como si no tuviera criterio.? En esas listas incluyen El viejo y el mar, de Ernest Hemingway y El amor en tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. Pero los libros pueden ser infinitos y estar sujetos a gustos además. Pero si hay que huir de los libros que han envejecido o han sido escritos con la miseria de la depredación y el odio, sin ofrecer nada valioso. Esos sí hay que desecharlos.