Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Un solo no creyente que hubiera en la Ciudad de México, tiene derecho a ser protegido en su salud, de las aglomeraciones. Pero son miles. Los eventos religiosos que suele proteger la autoridad capitalina, son los católicos, en los que se gasta parte de un presupuesto que es de todos. Eso representa una discriminación no solo para las otras creencias, sino para los miles que no tienen creencias. Se viola pues, la ley y el laicismo. Los datos sobre enfermedades respiratorias en esta época se pueden agravar en algunos casos hasta el 70 por ciento, según datos de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México. Puede ser el caso de la influenza que aumenta en todas sus variantes en la época estacional. Solo en esta etapa de 2022-2023, se dieron 3 mil 692 casos, incluyendo decesos. En datos de otros años se mencionan mas de dos mil muertes de neumonía y bronconeumonía. La situación climática de la capital se endurece en estos tiempos. Imagínense entonces lo que pasa con la presencia en unos cuantos días de millones y millones de personas que llegan en peregrinaje a celebrar el culto de la virgen de Guadalupe.
LAS AGLOMERACIONES AFECTAN POR IGUAL A CAPITALINOS Y PEREGRINOS
Ya se ha advertido multitud de veces y las autoridades no han encontrado una forma de frenar o no quieren hacerlo, la insistencia clerical de recibir tanta gente. Ellos mismos, los peregrinos, son víctimas porque en su estancia algunos han estado hospitalizados y no sabemos cual será su destino posterior porque no hay seguimiento de esa situación. La libertad de creencias y el derecho de tránsito que cada quien tiene a nivel individual, es eso, individual. Pero el de la salud es fundamental porque en eso está la vida. Las grandes aglomeraciones causan daños a la salud, y deben buscarse formas de proteger lo fundamental. Ya se ha sugerido que los fieles cumplan sus ritos en sus propios entornos y arriben a la ciudad en pequeños grupos o solos. Pero a nadie le importa atender la salud de los capitalinos. Ensoberbecido como está el clero, le vale hacinar personas, muchas de ellas enfermas que vienen a pedir milagros, pero a su vez contaminan a otros. El laicismo (Artículo tercero fracción primera de la Constitución. Ediciones Fiscales ISEF) y la salud, les valen a las autoridades y a los curas.
DE MÁS DE 43 MIL MARCHAS EN LA CAPITAL, MILES SON RELIGIOSAS
En lo que va del sexenio hasta julio pasado, se han realizado en la capital, 43 mil 818 marchas de diferentes expresiones, a razón de 26.7 por día en promedio, de acuerdo a medios. La zaga federal en la ciudad, que finalmente no se distribuyó como se había anunciado, y las peregrinaciones que organizan los curas de la Basílica, afectan en muchos sentidos a los capitalinos. Pero éstos hacen las suyas incluyendo estallamiento de cohetes, otra contaminación, además de ser un peligro. En los estados organizan marchas religiosas a la capital que son estimuladas desde aquí, por los clérigos, pero la de la festividad guadalupana rebasa todos los ámbitos. Eso representa un gasto presupuestal capitalino en visitantes externos, sobre todo en seguridad; toneladas de basura que cubren las zonas donde se hacinan y en lo que se paga a más de 300 trabajadores para limpiar. Los peregrinos ni siquiera echan su basura en recipientes, pero aparte, al marcharse, dejan un alza en la contaminación ya de por si creciente en estos días. Se pensó en épocas pasadas someter las peregrinaciones a los mismos reglamentos de las marchas de protesta y el asunto se dejó de lado pese a que esas movilizaciones tienen finalmente el mismo sentido que las otras, ya que se trata de pedir algo a un santo o protestar por algo que no se ha recibido. Las grandes concentraciones como las de ahora, son también un negocio para la Basílica porque todos los millones que visitan la imagen guadalupana o asisten a los ritos, dan ofrendas o pagan algo. Nada es regalado. Ni la bendición.