Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
En medio del caos desatado por el huracán Otis, México se encuentra en una encrucijada que pone de manifiesto las graves consecuencias de las decisiones gubernamentales. La eliminación del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), sin la creación de un mecanismo de reemplazo sólido, ha dejado al país a merced de su suerte, y ha expuesto la vulnerabilidad que existe ante desastres naturales de gran envergadura. En este contexto, el emblemático puerto turístico de Acapulco, se encuentra en el epicentro de la crisis.
Durante más de dos décadas, el FONDEN desempeñó un papel fundamental en la respuesta de México a emergencias naturales. Proporcionaba recursos financieros esenciales para la atención y recuperación de desastres, desde tormentas hasta sismos. Sin embargo, en 2021, el gobierno mexicano tomó la desafortunada decisión de eliminar este fideicomiso, junto con otros 109, citando malos manejos de recursos.
Esta supresión dejó a México sin una red de protección adecuada. La evolución de Otis ha sido nada menos que extraordinaria. En apenas 48 horas, pasó de ser una tormenta tropical a un huracán de categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, desatando vientos devastadores y oleajes mortales. Su transformación abrupta tomó por sorpresa a las autoridades y subrayó la crítica necesidad de contar con sistemas de alerta temprana efectivos y recursos adecuados para enfrentar desastres de tal magnitud. Si bien la naturaleza no es previsible, la prevención para atender las crisis, sí lo es.
Acapulco, una joya turística de renombre mundial, ha sufrido las consecuencias devastadoras de Otis. Las pérdidas económicas son incalculables, afectando tanto a la población local como a la industria turística, que es la fuente vital de ingresos para la región. Los hoteles, restaurantes y comercios se enfrentan a dificultades económicas sin precedentes, y se suma a la percepción de inseguridad que desde hace algunos años se vive en la zona, y esto disincentiva a posibles futuros visitantes.
La recuperación y reconstrucción de Acapulco representan un desafío monumental. Se requerirán inversiones sustanciales para restaurar la infraestructura dañada, recuperar las playas y revivir la confianza de los turistas. La industria turística debe buscar alternativas de financiamiento para su recuperación, y aquí es donde el gobierno debe desempeñar un papel activo y solidario.
Para revitalizar al puerto y restablecer su industria turística, es esencial tomar medidas inmediatas. Debería establecerse un fondo específico para la atención y financiamiento sostenible de este desastre natural, respaldado por el gobierno. Además, se necesita una colaboración estrecha entre el sector público y privado para acelerar la recuperación y promover inversiones a largo plazo en la región.
La reconstrucción de Acapulco será un proceso largo y desafiante, pero con la determinación del gobierno y la cooperación del sector privado, es posible revitalizar este icónico destino turístico mexicano. Pero no debemos perder de vista que esta crisis nos enseña una lección clara estaba en pausa, México necesita de una estrategia sólida institucional para enfrentar desastres naturales y proteger sus activos más valiosos como son la gente, su entorno y los destios turísticos. La seguridad y el bienestar de sus ciudadanos del país y su patrimonio cultural y natural, dependen de ello y no puede ser esta tarea algo que se deje para la siguiente adminsitración y seguirnos dejando expuestos en el ojo del huracán, literal.