Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
RICARDO ALEMÁN
Sin duda que prende los focos rojos de la coalición Va Por México la derrota que le propinó el presidente durante la contienda por el gobierno mexiquense.
Sin duda que se trata de una severa llamada de atención a los partidos y los políticos mediocres que no se han atrevido siquiera a la más elemental autocrítica frente al fracaso de escándalo.
Pero también es cierto que la del estado de México fue una victoria no de Morena y menos de Delfina Gómez, sino del presidente López Obrador.
Y es que están a la vista de todas las pruebas de que, desde Palacio, se ordenó y operó el fraude que llevará al poder en el estado de México a Delfina Gómez, la impresentable gobernadora electa.
Sin embargo, nadie puede negar que también son positivas las lecciones que deja una contienda electoral como la que vimos el pasado fin de semana en los estados de México y Coahuila.
Y es que más allá de las cifras alegres que festinan en Palacio, la verdad es que a pesar de la importante tajada de poder que se llevó el mandatario federal –con la victoria en la entidad con más electores del país–, también es cierto que nada está escrito y, por tanto, no hay nada para nadie.
¿Y por qué no han nada para nadie?
Porque a partir del análisis riguroso de los resultados electorales del pasado domingo, la verdadera lección de la elección es que el partido Morena pierde más votos en cada contienda electoral, lo que echa por tierra el espejismo de que es un partido invencible.
Dicho de otro modo; la mayor lección de la contienda electoral del pasado 4 de junio es que sin López Obrador en la boleta electoral, el partido Morena no existe y, por tanto, depende cada vez más de sus rémoras electorales –como el PT y el PVEM–, para meter votos ilegales a las urnas.
Pero existe una noticia aún peor; la creciente participación del crimen organizado en las elecciones y que fue el verdadero motor de la victoria de Obrador en el estado de México.
Y es que, por ejemplo, Delfina Gómez no ganó gracias a los votos de Morena, sino que la victoria se la dieron los sufragios a favor del PT y PVEM; votos que según el Prep, habrían salido de las regiones con mayor inseguridad y de más presencia del crimen en el estado de México.
Es decir, que Delfina ganó gracias a los “narco-votos”.
Pero vamos al paso a paso.
1.- Como lo documentamos ayer aquí, la victoria en el estado de México no se debió a los votos a favor de Morena, sino al fraude de Estado que se realizó a través de votos inducidos –mediante todas las trampas conocidas–, a mediante el uso ilegal de partidos rémora, como PVEM y PT.
2.- Es decir, que Morena, en tanto partido de Estado, no es garantía de nadas sin la ayuda de la imagen presidencial y la capacidad operativa de sus aliados; instrumentos para rellenar urnas de forma ilegal.
3.- Por eso, queda claro que en la presidencial del 2024, López será, en los hechos, el jefe de campaña de quien resulte beneficiado con la “dedo-encuesta”; candidata o candidato que cargará el fardo de garantizar lealtad absoluta al presidente.
4.- Pero esa lealtad empujará un inevitable rompimiento en Morena. Y la lección de lo que provoca un rompimiento en el partido oficial la vimos en las elecciones de Coahuila, en donde la división fue letal para el resultado.
5.- Y si lo dudan, día a día crece el peligro de que en Morena se desate una guerra civil que fracturará en dos o tres segmentos al grupo en el poder. Por eso los esfuerzos desesperados de AMLO por aglutinar a las mal llamadas “corcholatas”.
6.- Otra variable clave es el abstencionismo, que jugó un papel determinante en la contienda mexiquense. Sin embargo, también es una verdad de a kilo que los comicios federales no tienen nada que ver con una elección estatal. Incluso son muchos los ejemplos de que en elecciones federales si dan resultado las alianzas.
Por todo lo anterior, ningún ciudadano sensato, y con elemental sentido común, se debe dar por derrotado frente a la presidencial de 2018.
Y es que, en efecto, la elección mexiquense sirvió para eso, para medir fuerzas, para pulsar a los candidatos y los partidos; para corregir fallos y errores; para ver y entender el tamaño de las mafias que serán lanzadas al ruedo por el gobierno populista de López Obrador y, sobre todo, para preparar las armas ciudadanas.
Armas como la crítica, la congruencia, el talante en defensa de la democracia y, en especial, la responsabilidad y la movilización para luchar por las libertades ganadas.
Y es que despiertan derrotados, solo aquellos a quienes adormila una primera batalla.
Al tiempo.
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.