Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
En la jerga migratoria se escucha decir: Tercer país seguro. Esta noción data de hace 72 años, no es nueva. A principios del presente gobierno federal fue que comenzó a escucharse mucho, cuando Trump en el 2018, traía el tema de la imposición arancelaría al aluminio y al acero mexicano.
Hay todo un andamiaje legal al respecto para implementarlo. Éste surge del acuerdo tomado en la Convención sobre Estatutos de los Refugiados en Ginebra en 1951 y ratificada por sus 145 países miembros; con la finalidad de darle mayor protección a los migrantes que tuvieron que abandonar sus países por peligrar su vida por inseguridad o por falta de oportunidades severas de supervivencia: el primer país es el de origen, el segundo es el país al que se eligió migrar y el tercero, es el que los arropa en lo que el segundo decide si les da o no asilo.
Por un lado, es evidente lo encomiable de esto y que en algo ayuda a aligerar las vicisitudes por las que tuvieron que atravesar en su migrar. Y por otro, le aligera la carga al país receptor cuando éste se ve sobrepasado en el ingreso indocumentado de éstos.
Pero, sin embargo, ¿Qué hay para ése tercer país, el cual tiene que albergarlos? Y que, en este caso, México está muy en desventaja; pues si al vecino país del norte con todo y su poderío económico no puede atenderlos ni incorporarlos o asimilarlos a su dinámica: ¿Qué podemos nosotros esperar de México?
E.U.A. hace dos años canceló ese acuerdo con Guatemala. Y, ahora, sin decir: ¡agua va! Decide de facto deportarnos mensualmente a ¡30,000 migrantes! Que ingresaron de manera irregular a su país, dándolo a conocer justo antes de la llegada de su presidente a nuestro país. Esto bajo la política del Título 42 de su legislación, que no es mas que la expulsión exprés y que su petición de asilo lo hagan fuera de su territorio.
Vaya regalito del Día de Reyes que nos vino a dar previo a su llegada. Es una lástima que lastima y es sumamente preocupante que esto no haya tenido la relevancia debida ni se le haya prestado la atención necesaria, pues prácticamente al día siguiente, se dio la recaptura de Ovidio, el hijo del Chapo, lo que vino a eclipsar la atención gubernamental y mediática de cualquier otro asunto o problema.
Pero es sumamente preocupante y merece ser atendido, por el desencadenamiento de problemas de toda índole, que implica recibir a 30,000 migrantes ¡al mes! Que esto generará a los municipios receptores: infraestructura insuficiente -casi nula- para proveerles donde vivir, darles servicios básicos, médicos, laborales, etc.
Esto puede generar fuertes problemas sociales pues en lo que les resuelve E.U.A. su petición, deberán permanecer en México; bajo el supuesto que en un mes les darán su visa humanitaria y ¿si no se la dan o demora más tiempo en resolverles? Para ese entonces, ya nos habrán dado a otros 30,000 migrantes más. Y ni que decir de los nuevos que vayan llegando a nuestro país; será como el Melate: más los que se vayan acumulando.
La logística para recepcionarlos, canalizarlos y demás, no será nada fácil por mucha “experiencia” que el gobierno federal tenga en el acarreo; aunque nada más entren en el programa nacionales de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití, si por cientos y miles entran a diario a nuestro país
No me cabe la menor duda que éstos incrementarán fuertemente la población residente del municipio dónde se les deje. Y no sólo eso, en el transcurso de las semanas y de los meses, ya se ha visto que los migrantes extranjeros por razones obvias y de vida, comienzan a entremezclarse no sólo entre ellos mismos sino con la población del lugar; dándose dos fenómenos por demás interesantes: uno, principalmente sociológico y otro, antropológico: es decir, la interculturalidad que genera la multiculturalidad pero a su vez generará en algunos, el nepantlismo, del que hablara el filósofo e historiador mexicano Miguel León-Portilla en sus estudios sobre la cultura Náhuatl.
Por otro lado, la numeralia poblacional del INEGI, nos muestra que hay cientos de municipios menores a 30,000 habitantes e incluso hay un municipio de solo dos dígitos: 81 habitantes. Lo que significa que técnicamente pudiéramos tener municipios cuyos pobladores ¡no son mexicanos! En nuestro propio territorio. Interesante, ¿no?
El presidente Biden, antes de su arribo a México, visitó El Paso, Tx; ciudad que hoy en día representa un verdadero dolor de cabeza para ellos pues es dónde se ha presentado una avalancha humana de migrantes indocumentados que han cruzado la frontera y han rebasado por mucho a la patrulla fronteriza y la dinámica de la ciudad y de sus pobladores.
Y en ese río revuelto, el narco ha hecho de la suyas y ha generado ya alerta roja al gobierno norteamericano por el aumento desmedido tanto del tráfico como del consumo de fentanilo y el disparo de decesos que por sobredosis se ha generado.
Esperemos que su visita a México, haya traído cosas buenas para nosotros y especialmente les deje un chequecito a los municipios que darán albergue a sus huéspedes.
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