Indicador Político
El tamaño de las más recientes derrotas de López Obrador resultó del mismo tamaño de los afanes dictatoriales de Palacio.
Y es que desde el primer día hábil del 2023 –el 2 de enero–, quedó claro que el quinto año de la gestión de AMLO marcará no sólo el principio del fin de sus afanes dictatoriales sino de sus ambiciones por sepultar la democracia mexicana.
Sí, el 2023 exhibe el tamaño de la farsa, la simulación y las mentiras de un presidente que penosamente se sostiene sobre un pedestal que se derrumba ante la terca realidad de las derrotas de un gobierno fallido.
Derrotas como la cancelación de toda posibilidad de alcanzar el control absoluto de la Suprema Corte; como la recuperada independencia en el Tribunal Federal de Justicia Administrativa y tropiezos como la cancelación del AIFA para el aterrizaje del norteamericano Biden y el canadiense Trudeau.
Además de la penosa confirmación de que Obrador no sólo es el presidente más mentiroso de la historia mexicana sino uno de los más mentirosos del mundo y la bofetada a su fracasada política de seguridad pública, con una de las mayores masacres dentro de un penal, como la ocurrida en el Cereso número 3 de Chihuahua.
Pero no todo son buenas noticias para la democracia mexicana, en particular, y para las libertades ciudadanas, en general.
¿Por qué?
Porque cual fiera acorralada, el rencoroso López será más peligroso hacia el final del sexenio y ante la confirmación del fracaso de gestión.
Y es que la tradición de todo gobierno sexenal mexicano marca al quinto año como aquel propicio para la cosecha; como el año del recuento de logros y propio de las pinceladas finales.
Sin embargo, en el caso del gobierno de AMLO, el quinto y sexto año asoman como los del recuento de daños:
Como aquellos dos años en donde los fracasos serán inocultables y estarán a flor de piel; como el tiempo en donde la sociedad no resistirá más engaños y simulaciones y en donde el reclamo ciudadano se sumará a la ingobernabilidad imperante.
Es decir, que el 2023 y el 2024 será el tiempo de la cosecha de fracasos para López Obrador; el tiempo del repudio y la exigencia social para poner fin a la pensadilla sexenal y, por tanto, será el momento de quitarse las máscaras y de hacer frente a la realidad.
Por esa razón, México vivirá todo aquello que hemos visto en los populismos de todo el mundo; el tiempo en donde el dictador replantea su futuro y prefiere “el canto de las sirenas” para seguir al frente del poder total.
El futuro no asoma halagador y, por tanto, para López será el momento de escapar del castigo de la historia y será el tiempo más peligroso para la democracia, para las libertades y la estabilidad política, económica y social.
Pero mientras todo eso ocurre, debemos aplaudir la congruencia y el valor de un puñado de ministros de la Suprema Corte, quienes resistieron chantajes, presiones y embates de Palacio y rechazaron la imposición de la farsante Yasmín Esquivel Mosa al frente de La Corte.
En su lugar quedó como primera presidenta del Máximo Tribunal la ministra Norma Piña, quien en su historial de votos es la que menos avaló las ocurrencias enviadas por López Obrador a La Corte.
De esa manera, la nueva composición del Tribunal Supremo le arrebató al presidente la tentación de someter a los Poderes de la Unión; Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Pero a esa victoria de las instituciones del Estado mexicano se suma la llegada del magistrado, Guillermo Valls, como presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa.
Se trata de una institución que quiso ser destruida desde Palacio –por el propio presidente–, para acabar con la transparencia de los recursos públicos y que al final –y ante la sorpresa de propios y extraños–, se reconstruyó luego de una rebelión de magistrados en mayo del 2022.
Con ese cambio en el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, los ciudadanos tenemos la garantía de que los saqueadores de las arcas públicas serán llevados ante la justicia.
Y, como ya se dijo, no son menos importantes otras tres derrotas que sufrió López Obrador en las primeras horas del 2023.
La derrota de ser confirmado como el presidente más mentiroso de la historia mexicana y uno de los más mentirosos del mundo; la derrota de que no aterrizarán en el AIFA ni el presidente Biden, de Estados Unidos, ni el premier canadiense, Trudeau, y la derrota que significa la masacre en el Cereso número tres de Chihuahua.
Sí, asistimos al principio del fin de AMLO; a la estrepitosa caída del peor presidente mexicano de la historia.
Al tiempo.