Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
El escándalo fue mayúsculo.
Y es que una investigación periodística confirmó que un servidor público del primer nivel en el Estado mexicano falsificó el título profesional que lo llevó al cargo.
La vergüenza sacudió a propios y extraños quienes, con toda razón y puntual acierto utilizaron el engaño para exhibir la escandalosa corrupción del régimen.
En efecto, eran los primeros meses del gobierno de Ernesto Zedillo –1985–, cuando un trabajo periodístico reveló que Fausto Alzati, el flamante titular de la cartera de Educación, había falsificado el título que lo acreditaba como poseedor de un doctorado con el que escaló a lo más alto del gabinete presidencial.
El engaño le costó el puesto y la ruina política.
Y es que la exhibición pública y la renuncia fueron una victoria de los opositores que se sumó a la primera gran derrota del PRI, en el año 2000.
Pero la historia se repitió en los primeros meses de 2016, cuando apareció otro escándalo mayúsculo, ahora en la cabeza del mismísimo poder Ejecutivo.
Y es que otra vez “los indeseables” periodistas revelaron que el presidente Peña Nieto habría plagiado su tesis profesional. Nunca nadie probó nada.
Sin embargo, también con toda razón, decenas de críticos del gobierno de Peña hicieron a la perfección su trabajo crítico de aquello que parecía una práctica propia de los gobiernos corruptos del PRI.
Sin embargo la historia reaparece hoy, en el gobierno de los que dicen “que no son iguales” pero que, en los hechos, han resultado no solo corruptos, sino tramposos, mentirosos, ladrones, incompetentes y hasta criminales.
Y es que de nuevo los periodistas e intelectuales mexicanos no sólo hicieron su trabajo de investigar y criticar sino que lo hicieron perfecto al revelar que la ministra de Corte, Yasmín Esquivel, plagió su tesis profesional de licenciatura, lo que no solo significa un delito, sino que legalmente la inhabilita para el cargo.
Igual que los anteriores escándalos de plagio, el de la ministra de la Suprema Corte fue mayúsculo. Curiosamente se quedaron mudos todos aquellos que en su momento festinaron la caída de Fausto Alzati –motejado como Fausto Alzati–, y que años después hicieron fiesta por la revelación de que Peña Nieto habría plagiado su tesis.
Lo cierto es que no era la primera ocasión en que se quedaban mudos los aplaudidores de López Obrador frente a un caso escandaloso de plagio, como el de la ministra que aspira a ser presidenta de La Corte.
Resulta que a lo largo de cuatro años apareció la amnesia interesada y murió la agudeza crítica de quienes en su momento crucificaron con toda razón al titular de la SEP –en tiempos de Ernesto Zedillo–, y al presidente Peña Nieto, cuando otros “santones” del gabinete de López Obrador fueron denunciados por la grosera práctica de plagios.
Así, nadie del círculo lopista dijo nada cuando Alejandro Hertz Manero, el Fiscal General, fue acusado de plagio; “los mariachis callaron” cuando José Antonio Romero Tellaeche, director del CIDE, fue acusado de plagio; además de que enmudecieron en los probados casos de plagio de Fabrizio Mejía y Boris Berenzon.
Pero lo más grave del tema, en al plagio descubierto en el título de licenciatura de la ministra de la Corte, Yasmín Esquivel –lo que de suyo es un delito–, se suman el conflicto de interés y la invalidez de todos los asuntos en los que participó de manera ilegal como ministra del Máximo Tribunal.
Y es que, como saben, Yasmín Esquivel llegó a La Corte no por sus cualidades académicas y menos por su desempeño profesional. No, en realidad ocupa el cargo como pago presidencial a uno de sus principales financistas, el empresario Riobóo, quien durante años aportó dinero al partido Morena.
Lo escandaloso es que legalmente la señora ministra no puede seguir en el cargo y, por tanto, el Congreso debe ordenar su destitución ya que no cumple con los requisitos para la elevada encomienda en el Tribunal Supremo.
Además de que a causa de su ilegal incorporación a La Corte obliga invalidar todo asunto en el que participó la pasante Yasmín Esquivel.
Como queda claro, esa situación lleva a la Suprema Corte a uno de sus más escandalosos conflictos de legitimidad y pone en duda el desempeño constitucional del Máximo Tribunal.
Al final de cuentas queda claro que en el gobierno de López Obrador no solo son profesionales del plagio sino que copian lo peor del viejo PRI; son los peores políticos de la historia, los más mentirosos, los más ladrones, los más ineficaces y los más autoritarios.
Y la terca realidad lo confirma a diario.
Al tiempo.
EN EL CAMINO.
Por vacaciones el Itinerario Político estará de vuelta el lunes 2 de enero del 2023. Felicidades a todos.