Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Para nadie es nuevo que sólo es cuestión de tiempo para que el Congreso mexicano intente la muerte del Instituto Nacional Electoral (INE).
Más aún, si hacemos memoria llegaremos a la conclusión de que se trata de “la crónica de una muerte anunciada”. Muerte anunciada por el propio presidente López Obrador.
Y es que la destrucción del árbitro electoral siempre ha sido uno de los objetivos del eterno candidato y hoy presidente.
Y AMLO siempre pesó en la destrucción del INE porque –sea mediante la reelección directa o a través del Maximato–, la mayor ambición de Obrador ha sido perpetuarse en el poder.
Y está claro que su perpetuidad en el poder se verá truncando con un INE fuerte, vigente y funcional; como el que hoy conocemos.
Y también por eso su premura para desaparecerlo, junto con el Tribunal Electoral.
Sin embargo, lo novedoso en la nueva enmienda electoral es que la propuesta de dizque “democratización del INE” que López presentó al Congreso, también fue elaborada por un equipo de asesores militares.
Sí, en el diseño y redacción de la iniciativa de Reforma Electoral también está “la mano” o si se quiere, “la bota” militar.
Es decir, que López Obrador le encargó a sus verdugos castrenses diseñar y operar la muerte del INE y del Tribunal Electoral; magnicidio con el que los militares mexicanos darán muerte a la democracia mexicana.
Y por eso obliga la primera pregunta.
¿Entenderán los opositores del PRI, PAN, PRD y MC el tamaño del magnicidio a que los llevará la locuaz ambición de AMLO?
Por lo pronto nadie conoce la respuesta a la interrogante anterior, pero si el parámetro para medir la responsabilidad de esos opositores es la más reciente compra y venta de conciencias que vimos en la Reforma para militarizar al país, podemos concluir que están muertos el INE y el Tribunal Electoral.
Pero esa muerte tampoco sería novedosa. ¿Por qué?
Porque aquí fue pronosticada desde el 31 de julio de 2017, en el Itinerario Político titulado: “¡Gracias dictador Maduro!”.
En esa ocasión dije que el fraudulento proceso electoral que llevó a cabo el dictador venezolano, Nicolás Maduro, era una advertencia de lo que podía ocurrir en México, durante un potencial gobierno de AMLO.
Es decir, en aquella ocasión dije que era muy grande la tentación de AMLO por controlar las elecciones por completo y, con ello, acabar con la democracia.
Volví al tema el 26 de noviembre de 2017 con el Itinerario Político titulado: “Confesiones de un dictador”, en el que dije –luego de analizar el programa de gobierno de AMLO–, que el mayor peligro era que “no parecía realista” ver a un eventual presidente Obrador, sometido a los contrapesos y, sobre todo, respetando la Constitución, la División de Poderes y, en especial al INE.
El 9 de marzo de 2018 regresé al tema para cuestionar los afanes reeleccionistas “del candidato Obrador”, en el Itinerario Político titulado: “¿Es creíble la no reelección de AMLO?”.
En esa ocasión documenté que en tres décadas, todos los sátrapas del centro y sur del continente prometieron que no se reelegirían y en todos los casos mintieron. Y por eso pregunté: “¿Por qué AMLO sería distinto ya en el poder?”
El 4 de mayo de 2018, en el Itinerario Político titulado: “¡La dictadura ya está aquí!”, dije que uno de los objetivos del entonces candidato AMLO, una vez convertido en presidente, sería destruir al INE.
Curiosamente, el 13 de abril de 2019, ya convertido en presidente, López Obrador dijo que concluido el proceso electoral –la elección intermedia de abril de 2019–, enviaría reformas para modificar al INE.
De manera puntual regresé al tema el 19 de junio de 2019 con la siguiente entrega del Itinerario Político, titulado: “AMLO busca matar al INE y matar la democracia”.
Así lo dije: “Durante meses, en este y otros espacios lo advertimos; la intención del candidato y luego presidente Obrador es instaurar una dictadura que empezará con el regreso de la reelección presidencial.
Por último, volví al tema el 20 de diciembre del 2021, con el Itinerario Político titulado: “AMLO: el golpe mortal al INE”, en el que dije López Obrador ya destruyó buena parte de las instituciones del Estado mexicano y que, por tanto, va por “el golpe mortal al INE”.
En esa ocasión documenté que AMLO había capturado a los poderes Legislativo y Judicial, con lo que acabó con los principales “contrapesos” constitucionales.
Había sometido a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), con lo que su gobierno y sus brazos criminales pueden actuar a placer, sin la “indeseable” acusación de que se violentan los derechos humanos.
Y que convirtió en “vulgar “carnal” a la Fiscalía General de la República (FGR), al tiempo que “llenó la boca y los bolsillos de los militartes, marinos y guardias nacionales con dinero público hasta crear un gobierno paralelo; militarizado y que violenta las libertades básicas”.
Y concluí con la siguiente sentencia.
“A los afanes dictatotriales de AMLO sólo la falta el control del INE y del Tribunal Electoral”.
¿Teníamos o no razón?
Hoy, en 2022, la suerte de las institucuones electrorales está echada, López Obrador decidió la muerte de la democracia y, en esa iniciativa, la mano criminal podría ser la de los opositores del PRI, PAN, PRD y MC.
Al tiempo.