Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
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Por Carlos Ramírez
Como ocurrió en muchas sucesiones presidenciales anteriores, las funciones estratégicas de alguno de los precandidatos presidenciales generan mensajes e interpretaciones que tienen que ver con el rumbo de los asuntos públicos. La autonominación del senador Ricardo Monreal Avila como precandidato presidencial al margen de las reglas del sistema político está dañando la función de las Fuerzas Armadas.
La votación en el Senado el miércoles para aprobar o rechazar el dictamen para extender por cinco años más la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública parecen estar dependiendo más de la voluntad del autoprecandidato presidencial que del presidente de la Junta de Coordinación Política en nombre de Morena.
El senador Monreal ya había enviado un mensaje que ha tenido lecturas diferentes: su abstención en la votación del pleno sobre la iniciativa presidencial para adscribir la Guardia nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional habría adelantado indicios de autonomía en su papel de responsable de la bancada de Morena y dejado varios datos de una ruptura interna en el bloque dominante de la mayoría lopezobradorista.
El problema radica en el trasfondo de la toma de decisiones políticas que tienen que ver con la candidatura presidencial de Morena o que buscarían enviar recados a la oposición desarticulada que anda en busca de una candidatura unitaria.
Hay indicios que estarían dejando claves a desentrañar: en el video del domingo en el que el senador Monreal informó que “no hay consenso” para completar los votos que construyen una mayoría calificada de dos terceras partes de los senadores en la sala de plenos se percibió al político zacatecano sin lentes y de modo natural, por su pérdida de capacidad de vista, se les nota entornando los ojos. Los lectores del lenguaje corporal están interpretando ahí mensajes políticos de corto plazo.
Además del golpe político a la estrategia del presidente López Obrador de dar cinco años más de ventaja a la Guardia Nacional para terminar de construirse como cuerpo de seguridad pública, la no aprobación del dictamen estaría convirtiendo el tema militar en una bandera política que a nadie conviene y que estaría involucrando a las Fuerzas Armadas en jaloneos políticos de los que se ha desentendido y más cuando las circunstancias refieren chicotazos en las disputas elitistas por la candidatura presidencial del partido en el poder.
Los mensajes colaterales a las tensiones burocráticas estarían adelantando la amenaza de una ruptura en la bancada de Morena, toda vez que indican que el senador Monreal se atrincheraría en la JuCoPo construyendo una nueva mayoría sin Morena y dejando al partido del presidente en minoría senatorial para bloquear todo el proceso legislativo de las decisiones estratégicas que le quedan a Palacio Nacional.
Monreal fue producto de un acuerdo político del presidente López Obrador en 2018 cuando la opción presidencial por la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México fue Claudia Sheinbaum y no el zacatecano, aunque con la opción de apoyarlo para el Senado como parte del bloque político presidencial y la coordinación de la Cámara alta.
Ahí se percibió con claridad que Monreal no estaba en la lista de prioridades presidenciales y desde entonces debió haber interpretado de manera estratégica las señales del poder. En el contexto de las prácticas políticas del sistema, en 2018 se prefiguró la derrota de Monreal en la disputa por la candidatura presidencial de 2024.
O Monreal cometió un error de lectura política de esos sucesos o decidió seguir luchando a contrapelo por un cargo que no estaba en el ajedrez político de Palacio Nacional, pero con el mensaje de que había aceptado las reglas del juego palaciego.
A Monreal le llegó la hora de la definición política: o acepta las consecuencias de su alianza con el presidente López Obrador y su militancia en Morena o romperá la unidad partidista en el Senado con el riesgo de que pueda o no desfondar al partido para llevarse a senadores morenistas a un nuevo bloque dominado por la oposición panista y con el riesgo de que los priístas peñistas en el Senado pudieran jugarle una trastada.
Lo malo de este juego de poder es que está afectando una de las decisiones fundamentales de las Fuerzas Armadas y mandará un mensaje negativo de sus lealtades, negociando el fortalecimiento del sector militar por una ambición personal en modo de resentimiento hacia el presidente López Obrador por haberlo desdeñado como corcholata.
Política para dummies: La política es el juego perverso del poder.
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