Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
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Por Carlos Ramírez
Si en política el hubiera no existe, en el análisis político es viable suponer escenarios alternativos: ¿qué hubiera pasado si el senador Ricardo Monreal Avila hubiera aceptado la inasistencia de miembros del gabinete a la plenaria de su partido Morena y hubiera convocado a otra para después? Su decisión de reventar un conflicto de poderes donde solo existe un enojo por ser excluido del voluntarismo presidencialista sucesorio no representa ni una democracia ni una división de poderes.
Las citas de los tres muy obvios teóricos de la ciencia colítica que definieron la teoría de la división de poderes olvidaron la dinámica del pensamiento político: la existencia de tres poderes que se equilibran nació en redefinición de los espacios monárquicos de poder y cuando no existían partidos políticos ni reglas partidarias.
Por lo tanto, el senador Monreal exageró en su enojo el escenario político de la inasistencia de miembros del gabinete presidencial de su partido en una reunión solo colaboradores de su partido. Pero fue un abuso haber tratado de construir una crisis de poderes donde solo existe la voluntad del jefe de su partido en el manejo de un proceso de selección interna de candidatos dentro de su partido.
El otro error en el planteamiento de la ciencia política por parte del senador Monreal excluye el modelo de sistema de partidos en una estructura donde el poder legislativo está configurado por todos los partidos políticos. Pero no existió un desplante autoritario del presidente hacia el líder del Senado, sino que la desavenencia se dio en el escenario de asuntos de Morena y no entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo, porque se trató de la presencia de miembros del gabinete del partido en el poder ante la bancada de su partido que no representa siquiera el 51% de esa Cámara y es un asunto de desavenencia interna dentro del partido.
El senador Monreal parece haber querido dejar la impresión de que el Poder Ejecutivo federal entró en choque frontal de trenes contra el Poder Legislativo conformado por siete partidos políticos, seis de los cuales, en la lógica de la división de poderes, debieron haber sido dejados de lado por el senador Monreal y no embarcar al Senado de la República –una de las dos cámaras del Congreso– en una pelea interpartidista ajena a los partidos diferentes a Morena.
Por lo tanto, la convocatoria en el Senado de los espíritus del barón de Montesquieu, del estatista Hobbes y del antimonárquico Locke fue una equivocación que entendería cualquier alumno de primer grado la licenciatura de ciencias políticas donde se diferencia entre Estado, gobierno, poderes y partidos, con la aclaración obvia de que los intereses de un líder parlamentarios de un partido no representan a la totalidad del sistema de partidos.
De ahí que el senador Monreal necesita de manera urgente un replanteamiento de su teoría política de los sistemas para aclarar si la inasistencia de funcionarios en un mecanismo de comparecencia no oficial fue un agravio del Ejecutivo hacia el legislativo o una capacidad de decisión del presidente de la República y cabeza de un partido para una reunión no oficial.
En este contexto, el presidente de la República no agravió ni insulto al poder legislativo, sino que solo marcó una línea de definición de líneas políticas dentro de su partido. Los otros partidos de oposición tendrán el derecho de reclamarle a Montreal haber confrontado el presidente de la República como si fuera la representación de todos los partidos, cuando en realidad se trató de una desavenencia entre el líder de Morena y el legislador que ganó las elecciones por Morena y por el liderazgo de López Obrador y que representaba en ese momento de manera exclusiva a Morena.
Monreal tiene todos los mecanismos partidistas para quejarse del método de selección del candidato presidencial de Morena, pero a partir de una de las reglas del juego político que suelen olvidar los políticos oportunistas: no se puede jugar con las reglas del juego y luego denunciar las irregularidades de ese juegos cuando no le benefician.
En los hechos, el senador Monreal quiere fabricar una crisis de poderes donde simplemente no hay simpatía entre liderazgos dentro de un partido que ni siquiera representa el 51% de la votación legislativa. Monreal hubiera dado imagen de madurez política al aceptar la inasistencia y convocar a una nueva reunión después y no colocarse el traje de niño héroe en busca de liderazgo político.
Política para dummies: La política tiene sus reglas que se basan, diría Weber, en la ética de la responsabilidad, no de la convicción. Y los políticos que quieren reglas limpias, repite un político pragmático, que pongan una estética.
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