Líneas Quadratín
Krisztina Lengyel, Profesora de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey.
@Krisztina_LA
Desde 1945 cada agosto marca otro aniversario de las primeras bombas nucleares lanzadas sobre dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki. Los horrores sufridos en los pueblos de estas ciudades son conocidos por todo el mundo por medio de múltiples imágenes y documentales. A pesar de que la humanidad vivió bajo la amenaza de la destrucción mutua durante la Guerra Fría, los lideres de los países con potencial nuclear fueron conscientes con sus discursos y ambiciones. El uso de las armas nucleares parecía prohibido del costo humano y político, aunque el peligro seguía vigente.
Desde entonces las ambiciones de varios países han extendido las intenciones de defensa nacional a la generación de energía nuclear. El avance tecnológico, tanto en el entorno del arsenal de las armas nucleares como en la generación de energía limpia, permitió la propagación de su uso. Luego, desde los sesenta el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) empezó a limitar la producción y almacenamiento de las armas nucleares. En el entorno energético, en cambio, hemos visto la expansión de las plantas nucleares en muchos países debido el crecimiento demográfico que provoca una demanda exponencial.
Sin embargo, otros eventos desafortunados, como los accidentes en las plantas nucleares de Chernóbil y Fukushima han revelado los riesgos que cada país tiene que ponderar. Algunos países, como Alemania, decidieron reconsiderar el uso de la energía nuclear y reemplazarlo gradualmente con otras fuentes alternativas.
Hoy por hoy estamos enfrentando varios desafíos derivados del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Para empezar, la guerra puede escalarse extendiendo y afectando a otros países. Aún si el conflicto sigue localizado, ya estamos viviendo otras afectaciones serias. Hasta ahora se destaca la incertidumbre relacionada con el suministro energético y alimenticio que manifiestan aumentos de precios, escasez y acaparamiento de recursos.
Dentro de todo esto, tenemos que considerar nuevamente la amenaza de un desastre nuclear. Por un lado, existe la posibilidad de un ataque nuclear proveniente de una escalación de la guerra. Por otro lado, se ha aumentado el riesgo de una catástrofe nuclear debido a un descuido humano en una de las plantas más importante en Ucrania.
Ojalá que ningún ser humano esté expuesto a estos peligros y que los líderes tomen las medidas necesarias para prevenir otra desgracia nuclear.