Libros de ayer y hoy
Un líder creativo y con olfato –de los muchos que tiene la coalición PRI, PAN y PRD–, pudiera sacar raja política de la persecución burda y vulgar contra el líder nacional del PRI.
Por ejemplo, podría organizar una peregrinación a la Basílica de Guadalupe “para dar gracias a la morenita” por las torpezas monumentales cometidas por López Obrador en 42 meses de gobierno.
Torpezas que todos los días le regalan a los opositores las herramientas impensables para derrotar en las urnas no sólo al peor gobierno sino al peor presidente de la historia.
Torpezas que han abierto los ojos a millones de mexicanos otrora atolondrados y “atolizados” frente a un líder mentiroso y “engañabobos” que ya como presidente es responsable de la mayor ingobernabilidad y del más escandaloso gobierno fallido.
Torpezas como llevar a la ruina al país y convertir a México en una de las mayores fábricas de pobres del mundo.
Torpezas como haber convertido al territorio nacional en un cementerio a causa de la violencia y el crimen sin freno, con 130 mil vidas perdidas a manos de matarifes, además de cien mil desaparecidos.
Torpezas como exhibir el “valemadrismo” oficial contra las mujeres y los niños mexicanos, lo que significa un “escupitajo” al rostro de más del 50 por ciento de los potenciales electoras.
Torpezas como la alianza de Palacio con las bandas criminales, lo que ha enlutado a millones de familias que han perdido a un ser querido y, en especial, a mujeres, a causa de la epidemia de feminicidios.
Torpezas como defender en el concierto mundial a sátrapas y dictadores como los de Cuba, Nicaragua, Venezuela, entre otros, mientras que en México López Obrador endurece su dictadura…
Y torpezas como la de perseguir de manera burda y vulgar al líder del PRI, Alejandro Moreno, con supuestas “escuchas” que, en el fondo, exhiben la desesperación y la improvisación en los preparativos del fraude de Estado para la madre de todas las batallas; el 2024.
Y es que detrás de las supuestas escuchas en las que “Alito” Moreno habría acuñado la consigna de “matar a los periodistas no a balazos, sino de hambre”, está la construcción del fraude de Estado diseñado, operado y financiado desde Palacio.
Una burda operación que busca debilitar la imagen de los aliancistas del PRI, PAN y PRD, frente al desmoronamiento de los más notables sucesores de Palacio, como la señora Claudia Sheinbaum, y los señores Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.
Un fraude sin el cual el grupo en el poder no tiene la menor posibilidad de victoria en el 2024, luego de la ruina en que han convertido al país apenas en los primeros 42 meses… sin contar lo que falta, claro.
Y es que la maniobra contra Alejandro Moreno es una tontería –que se queda en juego de niños–, frente a la realidad cotidiana de Palacio, en donde los periodistas críticos son señalados no sólo por el dedo presidencial sino perseguidos y censurados lo que, al final, ya costó la vida a 60 comunicadores en 42 meses del gobierno de AMLO.
Es decir, el tema elegido para desacreditar a Alejandro Moreno –la persecución de los periodistas–, también se suma a los fracasos de López Obrador, quien prometió que en su gobierno no habría un solo comunicador muerto y, en los hechos, es la gestión federal con el mayor numero de informadores asesinados.
Y es tal el desdoro del gobierno de AMLO frente a la muerte de periodistas, que el mundo entero ha condenado el extermino que se vive en México; no sólo convertido el país más peligroso para el desempeño de la actividad periodística sino en donde los responsables son más impunes.
En realidad, como ya se dijo arriba, los integrantes de la Alianza va por México debieran “dar gracias” por la más reciente estupidez cometidas por Morena y sus estrategas electorales, quienes al perseguir de esa manera a “Alito” confirman que sólo pueden ganar la presidencial del 2024 mediante un fraude de Estado; lo que significa una grosera destrucción –ya está en marcha–, de la democracia electoral.
Y la mejor prueba de ese fraude la veremos en cuestión de días, el domingo 5 de junio, cuando acudan a votar millones de electores para renovar los gobiernos estatales de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Oaxaca y Tamaulipas.
En todas esas elecciones el partido oficial, Morena ha puesto en marcha una estratagema consistente en tres prioridades; estimular la traición al partido de origen, impulsar una burda elección de Estado –tanto del gobierno local, como federal–, y recurrir de manera desesperada el activismo del crimen organizado, que se encargará de condicionar el voto a través de dos clásicos de la política: “la plata y/o el plomo”.
Así, por ejemplo, en los estados de Hidalgo y Oaxaca, el propio presidente se encargó de presionar y “doblar” a los gobernadores salientes, ambos del PRI: Omar Fayat y Alejandro Murat, quienes ya desde hoy “pueden cantar derrota”.
Sí, porque una de las novedades del populismo autoritario de López Obrador es que no solo se cantan las victorias, sino también “se puede cantar derrota”; una auténtica entrega de la plaza y del poder a cambio de impunidad, del perdón de toda clase de raterías y hasta de la obtención de un premio de consolación; una embajada.
A su vez, en Quintana Roo y Tamaulipas, el peso de la elección estará a cargo del crimen organizado, en donde las mafias aspiran a nuevos espacios de poder en los llamados “narco-gobiernos” estatales.
¿Por qué?
Porque se trata de plazas emblema de las mafias criminales; verdaderos paraísos para los barones de la droga, del tráfico humano, de la extorsión y el cobro de piso, quienes se encargarán de amenazar, amedrentar y extorsionar a políticos y dirigentes, además de llevar votos seguros a las urnas.
Y para cerrar el ciclo, a lo largo de la contienda electoral han estado en acción la mano de los gobiernos locales y del gobierno federal, en flagrante violación a la Constitución y a las leyes electorales; todo frente a autoridades electorales, locales y federales, incapaces de sancionar como debieran.
En sólo dos estados en disputa; Aguascalientes y Durango, la moneda aún está en al aire. Y es que se trata de entidades en donde Morena y las bandas criminales no han logrado la penetración esperada y en donde la sociedad aún resiste la presión oficial.
En pocas palaras, en Aguascalientes y Durango, aún no hay nada para nadie y la coalición PRI, PAN y PRD pudiera cantar victoria.
Una victoria pírrica, ya que desde Palacio se mueven las piezas, se aprietan tuercas, se compran conciencias y se amenaza a quienes tienen “trapos sucios”, para debilitar y, en su momento, fracturar la alianza PRI, PAN y PRD, de cuya vida depende el futuro de México.
Al tiempo.