Cambio de coordenadas
Debido a las trampas, a la violación a las leyes electorales y, en especial, al pisoteo de la Constitución, la Consulta de Revocación de Mandato ya puede ser considerada como una tramposa “elección de Estado”.
Es decir, un proceso electoral en donde, por orden de Palacio, se puso al servicio de las ocurrencias personalísimas de López Obrador todo el aparato del Estado mexicano; el mismo que llevó a cabo todo tipo de triquiñuelas, trampas, engaños, mentiras y abusos del poder.
Una elección en donde los tramposos, los mentirosos y los artistas del engaño y de las triquiñuelas se encargaron de la promoción ilegal de la consulta, desde las mismísimas instituciones del Estado.
De esa manera, las trampas y las violaciones constitucionales estuvieron a cargo de los jefes de los Tres Poderes de la Unión –el presidente, los ministros de la Corte y los jefes del Congreso–, y de buena parte de los Tres Ordenes de Gobierno –federal, estatales y municipales–, sobre todo aquellos que están en manos del partido oficial.
Lo interesante del asunto –y la verdadera tragedia de fondo–, es que la Revocación de Mandato en realidad será el “ensayo general” para la contienda presidencial del 2024, en donde López Obrador encabezará el fraude de Estado que le garantizará la reelección o, en su caso, la victoria del pelele que decida “que le cuide las espaldas”; sea Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adán Augusto López.
Así, a pesar del INE, del Tribunal Electoral –a pesar de las reglas electorales que establece la Constitución–, y contario a los intereses de una mayoría de ciudadanos dispuestos a defender la democracia mexicana, el domingo 10 de abril del 2022 y el primer domingo de julio del 2024, veremos el regreso de las cuestionadas elecciones de Estado.
Veremos la vuelta al México de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, en donde los procesos electorales eran manoseados desde lo más alto del poder presidencial
Pero al mismo tiempo, los mexicanos veremos pasar frente a nuestros ojos la muerte de la democracia electoral por la que millones de mexicanos lucharon en la década de los años 90, también del siglo pasado; la misma democracia imperfecta que hizo posible que llegara al poder un depredador como López Obrador.
Por eso el interés desesperado y hasta demencial del presidente por mover todos los pesos y contrapesos del Estado a favor de la Revocación de Mandato, sin importar las violaciones legales y constitucionales.
Y es que, a querer o no, asistimos al verdadero “ensayo de un crimen” de Estado contra la democracia electoral; una “prueba de fuego” que servirá de “tapadera” para darle impunidad a López Obrador, a su prole y a su claque, una vez que estén fuera del poder.
Y sólo es cuestión de imaginar lo que veremos en el 2024 cuando la tragedia mexicana haya llegado al clímax; cuando las muertes violentas hayan rebasado todos los límites imaginables, cuando la ingobernabilidad y la inseguridad coloquen a las bandas criminales al mando de las instituciones y cuando el crecimiento económico negativo lleve a una mayoría de mexicanos a niveles de hambruna.
¿Quién pagará por el manejo criminal de las instituciones, por la destrucción de la democracia y por la quiebra de la economía nacional, una vez que haya concluido el gobierno de López Obrador?
Será necesario que a manera de supervivencia elemental, desde Palacio se ponga en marcha la poderosa maquinaria ensayada el 10 de junio del 2022, para ganar la elección presidencial del ya no tan lejano 2024.
Y de esa manera desde Palacio echarán mano de todo el dinero público –lo que quede, claro–, para la promoción del aspirante presidencial que relevará a López y para los candidatos de Morena al resto de puestos de elección popular.
Igual que hoy, desde Palacio se preparará y operará la estratagema de propaganda oficial, sin importar las leyes, sin importar el INE y tampoco el Tribunal Electoral y, en especial, sin importar la Constitución, que para entonces no solo será letra muerta sino letra sepultada.
Y es que igual que en todas las tiranías, en el México de AMLO se mueve todo el aparato oficial para convertir en “normalidad” la violación a las leyes y, sobre todo, a la Constitución, al extremo de que la “nueva normalidad” será esa, la ilegalidad, la mentira y la transa.
Y en esa “nueva normalidad” las “mañaneras” del 2024 serán no sólo el principal foro del engaño y mentira sino la plataforma de propaganda a favor de los candidatos de Morena, en especial el aspirante presidencial, mientras que senadores y diputados del partido oficial y sus aliados pedirán licencia para hacer proselitismo.
Los gobernadores de Morena –que entonces serán una mayoría aplastante–, se convertirán en promotores del voto, lo mismo que toda la burocracia federal, estatal y municipal, al tiempo que los ministros de la Corte se encargarán de desechar todas las quejas y querellas contra las trampas electorales desde el Estado.
Mientras tanto, los opositores y los críticos de las trapacerías oficiales en la jornada electoral serán llevados presos bajo acusaciones amañadas que los alejarán de la contienda, igual que hoy están presos enemigos del presidente y de su tiranía.
En suma, todas las trampas que henos visto en los meses previos a la Consulta y las que veremos hasta el domingo 10 de junio, se repetirán, pero multiplicadas al infinito, para garantizar la victoria de Morena en la contienda presidencial del 2024.
Sí, asistimos al “ensayo de un crimen”; al ensayo del fraude electoral del 2024.
Al tiempo.