Líneas Quadratín
Seguramente no hay un mexicano –salvo Alejandro Gertz Manero–, que no haya aplaudido el resolutivo que, por unanimidad, la Suprema Corte, otorgó un amparo “liso y llano” a Alejandra Cuevas, la cuñada del Fiscal General.
Incluso, no pocas voces interesadas aprovecharon la liberación de Alejandra para felicitar al Máximo Tribunal, a sus ministros y hasta alardearon por la supuesta vigencia de la División de Poderes en México.
La propia Alejandra Cuevas elogió a los ministros de La Corte por lograr su libertad, al tiempo que acusó al Tribunal Superior de Justicia de CDMX, por complicidad con el Fiscal General.
Y como es común en estos casos, también menudearon las voces a sueldo que, con una inagotable dosis de cinismo, manosearon la liberación de Alejandra, para pregonar un supuesto Estado de Derecho en el gobierno criminal de López.
Lo cierto, sin embargo, es que la decisión unánime de los ministros de La Corte de amparar contra todo acto de autoridad a Alejandra Cuevas y a su madre, Laura Morán, está muy lejos de ser un ejemplo de justicia.
¿Por qué?
Porque en realidad se trató de una simulación entre los grupos mafiosos que se han apropiado de la impartición de justicia en México.
Una comedia que pretende mostrar a México y al mundo que en el gobierno de Obrador no hay abusos de poder y se imparte justicia pronta y expedita, a pesar de que la dura realidad demuestra todo lo contrario.
Y es que si se mira a detalle lo ocurrido, si se reconstruye el caso paso a paso, veremos que todo el aparato de justicia en México no sólo está podrido –como lo describieron los propios ministros de La Corte–, sino que verdaderos grupos mafiosos se dicen impartidores de justicia.
Mafias que están en la Suprema Corte, en el Tribunal de Justicia de CDMX, en la Fiscalía General de la República, en la Fiscalía de Justicia de CDMX y, sobre todo, en Palacio.
Más aún, para nadie es nuevo que desde Palacio, López Obrador “mangonea” al presidente del Máximo Tribunal, Arturo Zaldívar y a no pocos de los ministros del colegiado.
No es novedad que Obrador solapa y sostiene en el cargo de Fiscal General a un corrupto y abusador del puesto como Alejandro Gertz Manero, quien usa la justicia para sus fines personales y que se ha enriquecido al amparo del poder.
No es nuevo que en la Ciudad de México manda López y no la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, quien solapa todas las violaciones legales en las que incurren la Fiscal de Justicia, Ernestina Godoy y el Tribunal de Justicia de CDMX, encabezado por un títere llamado Rafael Guerra.
Y tampoco es una novedad que en los meandros de la fallida justicia mexicana abundan casos como el de Alejandra Cuevas, en donde un gobierno vengativo y rencoroso, como el de AMLO y sus mafias de la supuesta impartición de justicia, mantienen prisión a enemigos y adversarios político.
Y el mejor ejemplo de la podredumbre que impera en la mafiosa impartición de justicia es el caso de Rosario Robles, la ex jefa de gobierno presa igual que Alejandra Cuevas, a partir de una venganza del poder.
Lo cierto es que el caso de Alejandra confirmó lo que muchos saben en México y en el mundo; que la justicia mexicana está podrida y que se ejecuta a partir de los intereses mafiosos de los grupos en el poder; a partir del poder presidencial.
Hoy el mundo sabe que la prisión ordenada y ejecutada contra Alejandra se llevó a cabo a partir de una venganza del Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, quien no conforme con despojar de sus pertenencias a la familia de Laura Morán, la pareja de su hermano fallecido, torció la ley para mantenerla en la cárcel.
El mundo sabe que la Fiscal de CDMX, Ernestina Godoy, encubrió la venganza personal de Gertz Manero y que el presidente del Tribunal de Justicia de CDMX también participó en el encubrimiento y en la violación de la ley, del Debido Proceso y de la Constitución.
El mundo sabe que el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, atrajo el caso, para favorecer la venganza del Fiscal General, Gertz Manero, cuando un colegiado de CDMX estaba a punto de otorgar el amparo a Lura Morán y a su hija, Alejandra Cuevas, lo que prolongó la prisión ilegal por más de cien días.
El mundo sabe que todo el proceso judicial al que fue sometida Alejandra Cuevas fue ilegal, sin pruebas, violando la Constitución y que todas las instancias judiciales violaron los más elementales principios del derecho.
El mundo sabe que el presidente mexicano, López Obrador, le ordenó a la Suprema Corte y a sus ministros lacayos otorgar el amparo a Alejandra, no para buscar justicia, sino para lavar la cara de un gobierno que es visto por el mundo como una tiranía sin justicia.
El mundo sabe que el presidente mexicano solapa a diario a los jefes de las mafias que se han apoderado de la justicia; solapa a corruptos como Alejandro Gertz Manero, como Arturo Saldívar, como Ernestina Godoy y como muchos otros que a lo largo de la venganza contra Alejandra han quedado exhibidos como eso; una pandilla mafiosa que favorece la injusticia.
Y el mundo sabe que de haber existido justicia en el caso de Alejandra, estarían despedidos y en prisión desde el presidente Obrador, pasando por el presidente de La Corte, Arturo Zaldívar, por el Fiscal General, Gertz Manero, la Fiscal de CDMX, Ernestina Godoy y toda la pandilla mafiosa que de manera ilegal mantuvo presa a Alejandra.
Por eso, nadie puede hablar de justicia luego del voto unánime de La Corte a favor de la libertad de Alejandra, ya que lo que vimos en el plano del Máximo Tribunal no fue más que un montaje mafioso del grupo en el poder.
Una comedia que pretende engañar al mundo sobre la verdadera podredumbre del gobierno de López Obrador.
Lo cierto, sin embargo, es que ya no engañan a nadie.
Al tiempo.