Libros de ayer y hoy
La entrega del Itinerario Político del jueves 24 de febrero del 2022 se tituló así: “Sonora: se pudren los gobiernos de Morena”.
Y la conclusión fue la siguiente: “Sonora, igual que Zacatecas, es un estado sin autoridades municipales, estatales y en donde tampoco existe el gobierno federal; es una entidad sin ley y entregada al crimen”.
Y la noche de ese mismo jueves 24 de febrero del 2022, fue asesinado en Empalme, Sonora, el periodista Jorge Camero, director del portal de noticias “El Informativo”, quien fue alcanzado por ocho disparos de arma de fuego al momento de realizar rutinas en un gimnasio de la localidad.
El crimen no ameritó una sola mención en la “mañanera” presidencial del día siguiente, en donde, sin embargo, López Obrador volvió a su pulsión vengativa contra sus críticos, en abierta persecución de Estado a periodistas y medios que se atreven a cuestionarlo.
Pero el crimen tampoco ameritó primera plana en la mayoría de los llamados “medios nacionales” y, en el extremo, algunos medios locales, de Sonora, no reportaron el hecho, ya que en aquella entidad se vive la peor mordaza oficial de la historia.
Todo ello a pesar de que se trató del séptimo periodista asesinado en sólo los primeros 45 días del 2022 y el periodista número 58 muerto en los primeros tres años del gobierno de López Obrador.
Es decir, que en México han muerto más periodistas en los últimos 39 meses –justo los meses del gobierno de AMLO–, que en cualquier otra guerra convencional; más periodistas muertos que en cualquier gobierno mexicano y que en la historia de nuestro país.
Pero además, todos los días, en los últimos 39 meses, se confirma la macabra hipótesis de que México es el país más peligroso del mundo para el ejercicio periodístico; todo ello en medio del desdén oficial.
Acaso por eso, el gobierno de Estaos Unidos –a través de su secretario de Estado–, Antony Blinken y el senador republicano, Ted Cruz, externaron su preocupación por el escandaloso número de periodistas muertos en México y advirtieron que es una tendencia que no se detendrá en tanto no termine la presión ejercida desde lo más alto del poder en México.
Lo cierto es que si comparamos las definiciones clásicas sobre la persecución oficial a medios y periodistas, con la muerte de periodistas en México, no se le puede llamada de otra manea que “crímenes de Estado”.
¿Por qué?
Porque todos los días –como ya se dijo–, el jefe del Estado mexicano, López Obrador, calumnia, difama, insulta y señala con su dedo flamígero a los que considera sus peores enemigos y los peores enemigos de su gobierno: los medios y los periodistas.
Y si el jefe del Estado, del gobierno y de las instituciones mexicanas es el principal hostigador de medios y periodistas críticos, cualquiera se puede imaginar lo que piensan y hacen contra los periodistas, tanto los políticos, como los servidores públicos y burócratas de mediano y bajo pelo.
Pero cuando el mensaje presidencial contra medios y periodistas llega a los oídos criminales –y cuando llega a las bandas aliadas del gobierno federal, como el “Cártel de El Chapo” –, tal mensaje se convierte en una orden.
Por eso, la persecución de Estado que a diario lanza López Obrador desde su púlpito mañanero, se traduce en los imparables crímenes de Estado contra periodistas.
Pero tampoco se trata de un comportamiento novedoso en México.
Por ejemplo, el 10 de enero de 1997, en la primera plana de Excélsior apareció un artículo de Gastón García Cantú, titulado: “Democracia, obra de la crítica”.
El texto dice así en su parte medular: “Un presidente mexicano, por el poder de que dispone, al censurar personas o acciones, condena. Y la condena, en nuestro sistema, termina en persecución… los discursos presidenciales contra la crítica deben revisarse por salud moral”. (Fin de la cita)
En efecto, la conclusión no le puede gustar a muchos, pero lo cierto es que el principal responsable de la imparable muerte de periodistas en México es el presidente López Obrador, quien a diario difama, calumnia, insulta y señala a medios y periodistas críticos, quienes a causa de ese señalamiento están más expuestos que nunca al exterminio de las bandas criminales.
Por eso, el primer obligado a detener la persecución oficial contra medios y periodistas es el presidente Obrador, el responsable de tales crímenes; verdaderos crímenes de Estado.
Al tiempo.