Líneas Quadratín
Liderazgo patriarcal
El pez por su propia boca muere: Refrán popular
Desde que gobierna el presidente Andrés Manuel López Obrador cada día corroboramos que además de sostener 89 mentiras en cada conferencia mañanera de acuerdo al seguimiento de la Consultora Política Spin, a diario emite varios juicios despóticos e incurre en flagrantes violaciones a las leyes vigentes, ejerciendo una supuesta «autoridad moral», aprovechando su investidura y la amplia cobertura mediática privada y oficial –de medios del «Estado», incluidas redes–.
Imposible cuantificar el volumen de recursos del Estado dedicados a ensalzar la figura de un tirano o caudillo, que es como se denomina al gobierno ejercido por una sola persona a través de la manipulación discursiva y una estrategia persistente para menguar la disidencia, la crítica ciudadana e intelectual, con una adjetivización ofensiva y la normalización de la violencia extrema, en lugar del respeto al Estado de Derecho.
Este día trató de exculpar a la Secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez con expresiones, como «es una mujer honesta e íntegra», de quien dijo estar orgulloso, y esta defensa vino al caso cuando fue cuestionado sobre la sanción emitida ayer por la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), en contra de Morena con una multa superior a los 4 millones de pesos al comprobarse que Delfina Gómez retuvo un porcentaje del salario de los trabajadores cuando fungió como presidenta municipal de Texcoco, Estado de México.
El mandatario defendió a la secretaria de Educación Pública y estimó que los señalamientos en contra de su colaboradora forman parte de una campaña para desprestigiarla y aclaró que el dinero «retenido» a los trabajadores del 2012 al 2015 «fue una aportación» a su movimiento cuando todavía no se lograba el triunfo en el 2018″. Conforme a esta declaración, el mandatario mismo se inculpa en un delito electoral que debiera obligarnos a exigirle al TEPJF que le impute responsabilidades al entonces candidato. De risa.
López Obrador habla mucho, sin responsabilizarse de sus palabras, contrario a los políticos que cuidan lo que dicen, a él no le importa inculparse, pues ocupa la Presidencia «Imperial», y ese poder le ha servido para eximir a sus aliados, incluidos hermanos e hijos, de cualquier delito, por ello un seguimiento puntual y responsable del Poder Judicial de sus dichos podría ser suficiente para conocer las ilegalidades en que incurrió el candidato para financiar su larga campaña que le dio el triunfo electoral de 2018.
Mentir es consustancial al ser humano, pero cuando la mitomanía es desmesurada y sistemática –patológica–, para conseguir electores y encumbrarse en el poder, esta conducta es típica de dictadores o autócratas, puede ser un motivador creciente de oposición informada.
Según un grupo de estudiantes de doctorado en filosofía de la Universidad Javeriana, en Colombia, este ejercicio desde el Poder es un desincentivador de participación poítica para los ciudadanos al generar desconfianza y mayor abstención. Aunque también puede llevar a que los otros –afines– empiecen a generar una ilusión o realidad alterna y creer que sus líderes políticos son casi líderes religiosos que siempre tienen la razón y la verdad.
En Psicología existe la tesis de que la mentira sistemática está relacionada con la falta de control de impulsos, el individuo no puede resistir el deseo de decir o realizar las cosas que quiere (aunque sean peligrosas para él o los demás), e irá creciendo esta conducta si no hay la aplicación de límites o sanciones.
Hoy, el presidente de la República da un ejemplo hoy de sus falsas afirmaciones: «Antes no había polémicas, no hay censura, no se persigue a nadie, nadie tiene miedo y ahora hasta insultan al Presidente», y hace un llamado a una “autolimitación” para que nadie imponga ideas “y nosotros mismos tengamos nuestra frontera y saber hasta dónde podemos llegar para no afectar a otros”. Sería importante aplicar este consejo de «autolimitarse» a su alta jerarquía, como ejemplo de uso responsable del Poder, pues la verdad es que nuestras libertades para pensar y opinar nunca estuvieron más acotadas por un presidente de la República.
Es deplorable que el ejemplo del líder sea acusar sin probar, golpear al adversario a mansalva, conciente de que usa el show de Palacio para mentir sobre el adversario y lo mantiene con alta popularidad, pero a la par hace crecer encono, odios, rencores de parte de sus seguidores en contra de quienes se atreven a argumentar en su contra, eso es dividir a un pueblo que necesita un líder por encima de sus ambiciones personales de trascendencia, respetuoso de sus adversarios, apegado al Estado de Derecho y a la estructura institucional, con órganos constitucionales autónomos para limitar los abusos.
Es evidente que aun lo anima la idea de imponer un cambio de régimen a través de una revolución pacífica, que muchos intelectuales consideran una involución o vuelta al pasado setentero que sólo nos traerá atraso y mayor pobreza. Cierto es que dicen las encuestadoras que conserva alto índice de popularidad y mayoría simple en el poder Legislativo, por eso realizará la intentona de que se apruebe su reforma energética, para ello busca dividir al PRI nombrando a varios priistas como embajadores. Estamos por constatar la naturaleza del otrora partidazo.
El primer mandatario marca la agenda diaria, gobierna en un show mediático desde el Salón de Tesorería, pero cada vez está más solo, es sabido por excolaboradores que se ha exacerbado su carácter autoritario, y éste lo ha alejado de aquéllos ideólogos e intelectuales, filósofos y académicos, especialistas y expertos que lo llevaron al poder. Ahora su figura, antes atractiva, es cada vez más gris, lo domina la iracundia y la mordacidad, sin el sustento que sólo se puede lograr cuando el poderoso busca la asesoría de la inteligencia.
Ha exacerbado su liderazgo patriarcal, las mujeres que lo rodean son del perfil de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheimbaun: disciplinadas, obsequiosas con su jefe, incapaces de mostrarse en igualdad, buscan su aprobación en cada gesto. ¿Recuerda cuando su esposa, Beatriz Gutiérrez, en marzo de 2019, se atrevió a tuitear su apoyo al paro nacional laboral de mujeres? Su independencia duró casi nada, más tarde tuvo que recular y corregir, invitando a no participar, alineándose al gobierno de AMLO.
Pese a que el voto de las mujeres también fue importante para su triunfo, vemos que las luchas femeninas son incomprendidas por el presidente, a las mujeres trabajadoras les quitó el derecho a disponer de estancias infantiles institucionales y especializadas; la declaración de la senadora Lily Tellez, periodista valiente, de enfrentar al «violador serial de la Constitución», fue motivo para cancelar su presencia en el Congreso el día de la entrega de la Medalla Belisario Domínguez. No sólo no controló a los chairos que arremetuieron contra la legisladora, sino los azuzó.
Y existen algunos colaboradores y amigos del titular del Ejecutivo, como Félix Salgado Macedonio, quien pese a las denuncias de violador en su contra, él lo defendió para que fuera candidato de Morena al gobierno de Guerrero. Todos observamos cómo el aspirante al no lograr su registro amenazó a los comisionados del INE de acudir a sus domicilios y cómo el presidente de Morena, Mario Delgado, junto con Salgado pasearon un ataúd con las siglas del Instituto. En Palacio Nacional se apoyaron estos actos de desacato a la ley.
Las muestras de no empatía del Jefe de gobierno de la 4T con las luchas feministas surgen cada día, hoy nuevamente provocó la protesta airada de cientos de mujeres que bajo el hashtag #UnAcosadorNodebeSerEmbajador publicaron una carta en la que se pronuncian en contra de que el historiador Pedro Salmerón, sea nombrado embajador en Panamá.
Como acostumbra con sus allegados, el presidente en la mañanera dijo desconocer que hubiera denuncias en contra del propuesto, y abundó en su defensa: «hay condiciones para denunciar a quien comete un abuso porque si no son campañas que se pueden echara a andar y no se actuaría con justicia…no se puede juzgar a nadie si no hay pruebas ni un proceso de conformidad con la ley».
Acusó el mandatario: «hay interés político en las acusaciones de acoso sexual contra Pedro Salmerón», y dio más elementos ideológicos para disculpar a su correligionario: «ha tenido diferencias con integrantes de la academia y del ITAM y otras instituciones».
Sin duda, coincido con los conceptos feministas, pese a los avances registrados, aún vivimos en una sociedad patriarcal, en la que lo masculino tiene la supremacía por el simple hecho de serlo, y se relega a la mujer a un segundo plano, en una condición de opresión tanto en la vida pública y privada. Por ello, es absurdo que la máxima autoridad, resuelva llamar a las autoridades a probar las acusaciones en contra del historiador.
En tiempos en que del gobernante se espera la aplicación de la ley y sororidad con las causas de la mujer, cada vez más personas se sienten agraviadas por la falta de voluntad para frenar la ola creciente de feminicidios y desapariciones forzadas.
Y en este contexto, los apoyos del presidente de la República a violadores y acosadores es interpretado por las víctimas como muestra de que López Obrador no cumple con su responsabilidad de aplicar la justicia para las mujeres y sí ejerce un liderazgo patriarcal de encubrimiento a los hombres.
Por si fuera poco, con nombramientos de personas bajo sospecha de incurrir en conductas ilícitas, el presidente está creando animadversión de naciones amigas hacia México, por lo que interpretan como gestos de hostilidad.