Líneas Quadratín
Día con día crece el escándalo por la irresponsabilidad oficial en la tragedia de la Línea 12 del Metro.
Incluso, el presidente se queja de que los opositores y los medios han emprendido una feroz campaña para desacreditar a su gobierno, a su partido y a sus más cercanos colaboradores.
Lo cierto, sin embargo, es que se trata de todo un manjar –“a la carta” –, para el principal opositor mexicano.
Manjar político al que el líder opositor le sacaría “tanto jugo” como al “suculento platillo” de “Los 43” de Iguala, como a la tragedia de la “Guardería ABC” en Hermosillo, o la muerte de una banda criminal en Tlatlaya, estado de México, a manos de un pequeño grupo de marinos.
En efecto, la tragedia de la Línea 12 del Metro es de esos “platillos” que sólo “se sirven” una o dos veces cada sexenio y que, por tanto, deben ser “saboreados” al máximo por los opositores al gobierno en turno.
Por eso, el experimentado opositor empezaría por exigir cárcel para todos los presunto involucrados en la tragedia, desde el más humilde servidor público, hasta el más acaudalado empresario participante en la obra.
Sí, reclamaría cárcel para Marcelo Ebrard, para Claudia Sheinbaum, para Florencia Serranía, para Carlos Slim y hasta para el presidente en turno.
¿Y por qué cárcel para todos ellos?
Porque, en rigor, todos son presuntos responsables; Ebrard, porque fue “el papá de la criatura”, las señoras Claudia y Florencia, porque tienen en sus manos la operación y el mantenimiento del Metro y hasta el acaudalado Slim, en tanto dueño de la empresa que construyó el tramo del tren elevado.
Y es que en su elaborado discurso –impecable como siempre–, el experimentado opositor alegaría que los 27 ciudadanos que perdieron la vida y el centenar de heridos fueron víctimas de un acto criminal provocado por la negligencia del Estado todo.
Sí, con ese desarrollado olfato político, el depurado opositor pondría el dedo en la llaga de la corrupción; el derrumbe de la Línea 12 del Metro es emblema y bandera de la corrupta “mafia del poder”.
Y pontificaría que en su gobierno –una vez que el opositor alcance el poder presidencial–, no sólo no se repetirán ese tipo de corruptelas, sino que los responsables serían llevados a prisión sin miramiento alguno; sin solapar la irresponsabilidad del Estado todo.
Y gritaría por todo México: “¡cárcel al presidente, cárcel a Marcelo, cárcel a Claudia, cárcel a Florencia y cárcel a Slim!”.
Por eso, la primera campaña mediática que podríamos ver en las protestas callejeras, marchas y mítines –por parte del experto en renta opositora–, sería precisamente el certero eslogan de que: “¡Fue el Estado…!”.
En efecto, el Estado todo es el responsable de la tragedia del Metro, ya que su gobierno de CDMX y las constructoras, fueron incapaces de garantizar que una obra de la magnitud de la L-12M, fuera edificada sin estándares internacionales; incapaces de evitar descuido en la soldadura de pernos y, sobre todo, de asegurar mínimos de seguridad y calidad, tanto en su construcción como en el mantenimiento.
Sí, no hay duda de que fue el Estado, porque se apresuró la construcción y se olvidó la supervisión, con el único argumento de satisfacer exigencias políticas del momento; la gloria y el aplauso para el jefe de gobierno de ese tiempo, Marcelo Ebrard.
Fue el Estado porque desde la concepción de la obra, la planeación, ejecución y supervisión, les correspondía a todas las instancias del Estado garantizar la calidad de la obra y sancionar a las empresas privadas que de manera irregular llevaron a cabo la construcción.
Por eso sería un éxito la campaña del principal opositor mexicano, quien sin duda exigirá una investigación a fondo; deslindar responsabilidades y, sobre todo, castigar a los responsables.
Y hasta sería posible que en la plaza pública pudiéramos ver grandes carteles con los rostros de Marcelo, Claudia, Florencia y de Slim, entre otros, con la leyenda de: “¡Cárcel para todos: fue el Estado!”.
Y en una de esas hasta podríamos atestiguar ese potente ritual que conmemora a las víctimas de la Línea 12 del Metro, llamado “pase de lista” de cada una de las víctimas del Estado.
Sin embargo, algo está mal en la historia anterior.
El brillante opositor ya no existe.
Sí, López Obrador dejó la oposición y ya no sirve a los ciudadanos con su poderosa crítica contra los malos gobiernos.
Hoy, López Obrador es el presidente, el que solapa a los criminales del Estado y el que les brinda impunidad.
Hoy López Obrador es el jefe de la mafia del poder.
Lo perdimos. Al tiempo.