Líneas Quadratín
EE. UU., WOLA y El blitzkrieg de los think tanks
Por razones obvias, las estructuras de poder intelectual en los EE. UU. definen sus intenciones con sus nombres. Los conocidos como think tanks son organizaciones de creación de pensamiento estratégico privadas o académicas y su función es la de interpretar la realidad. Pero su referencia como tanques de pensamiento refiere su papel estratégico: las divisiones de tanques en las guerras son las que invaden ciudades para permitir el ingreso de las infanterías.
El reciente análisis del grupo de análisis estratégico WOLA –en español: Oficina Latinoamericana en Washington– aportó algunos datos sobre el funcionamiento de esas agrupaciones dedicadas a evaluaciones de la realidad, aunque casi todas ellas con enfoques estratégicos, de inteligencia y de seguridad nacional. Ahora WOLA salió con un estudio sobre la militarización de México, basado en el criterio de que las fuerzas armadas mexicanas se están acercando a un golpe de Estado o a la toma del poder civil.
El problema no radica en el manejo de opiniones extremas. Las reflexiones estratégicas lo permiten. Lo malo se tiene cuando el método de análisis se sustenta en conclusiones y a lo largo de la investigación no existe un método analítico. Todos los estudios de los think tanks estadunidenses sobre la participación de las fuerzas armadas en labores ajenas a la guerra carecen de una indagación, aunque sea superficial, del marco jurídico, de limitaciones administrativas, de referencias históricas y de ignorancia constitucional.
El estudio de WOLA adolece de esa profundidad. Y si las premisas son falsas, equivocadas o superficiales, las conclusiones, por lo tanto, reproducirán esos defectos. Hay organizaciones de think tanks que tienen enfoques ideológicos conservadores, pero en sus análisis existe un rigor. Se puede estar o no de acuerdo con los reportes, por ejemplo, de la Fundación Heritage –nacida al amparo del neoconservadurismo de Reagan–, pero sus trabajos se preocupan por ofrecer un marco conceptual analítico.
Los think tanks estadunidenses de corte conservador están conformado como campo de acción de exfuncionarios de las oficinas de inteligencia y seguridad nacional civiles y militares. Se trata de una forma de privatizar la información de inteligencia y el pensamiento estratégico. En espacios privados o académicos, los exfuncionarios pueden tener opiniones más realistas a las emitidas en los estrechos márgenes de la información oficial.
En este sentido, buena parte de los think tanks –que pueden ser miles en todo EE. UU.– reciben no sólo cuadros especializados en enfoques de inteligencia, sino que por razones obvias también obtienen subsidios. Esas organizaciones con disfraz de analistas o académicos son en realidad una extensión del enfoque institucional de inteligencia y seguridad nacional de EE. UU.
La identificación de los enfoques oscuros de los think tanks se revela en la construcción amañada o unidireccional de sus análisis. El texto de WOLA carece de un marco analítico referido al papel institucional y constitucional de las fuerzas armadas mexicanas. Se pueden apuntar dos, de muchos: la doctrina mexicana de seguridad interior que permite la Constitución y las labores de “obras sociales” que tienen las fuerzas armadas en sus leyes orgánicas. Ninguno de los estudios de WOLA reconoce estos dos enfoques y entonces queda la impresión de que las fuerzas armadas mexicanas estarían. “tomando el poder” civil.
Lo malo en México radica en el hecho de que los estudios de los think tanks son asumidos por medios mexicanos como biblias del gobierno estadunidense. Y hasta alcanzan notas principales en ediciones matutinas. Pero ocurre que los grandes medios estadunidenses nunca asumen con seriedad los textos de los think tanks, a menos que en ellos participe algún exsecretario de Estado o de Defensa y hasta exvicepresidentes. La razón es sencilla: los estudios son enfoques especulativos, interpretativos, sin bases de certeza.
El error de medios mexicanos es doble: primero, por tomar los estudios de los think tanks como opiniones directas del gobierno de EE. UU.; y segundo, por carecer de la preocupación de evaluar los métodos de investigación. El análisis de WOLA quedó en el ánimo de muchos lectores mexicanos como una advertencia estadounidense sobre el papel de los militares en México, cuando EE. UU. entró en una fase preocupante de militarización por la designación de un general recién retirado como secretario de Defensa/jefe del Pentágono, a partir del criterio de que ahí se había requerido desde la segunda guerra mundial un enfoque civil para equilibrar las tentaciones guerreristas de los militares.
En este sentido, se puede concluir que EE. UU. está más militarizado que México y que las referencias al texto de WOLA debió de haber sido matizado con estos enfoques.
Al final de cuentas queda la certeza de que en EE. UU. no entiende, no quiere entender e ignoran por estrategia las razones de la participación de las fuerzas armadas en labores de seguridad interior y en obras sociales, sin que se tenga evidencias de que en la presidencia mexicana exista un pensamiento militar o que los militares tomen por la fuerza el poder en Palacio Nacional.
Lo peor que le puede pasar a los gobernantes estadunidenses y a la sociedad mexicana es basar sus conclusiones en los estudios de los think tanks estadunidenses y sus enfoques interesados.
Zona Zero
· Aunque el tema migratorio de la Casa Blanca es prioritario, los datos que se tienen no alcanzan a dilucidar una verdadera estrategia integral. Lo que quiere el presidente Biden es que, como en los tiempos de Trump, México sea el muro simbólico para contener con la Guardia Nacional mexicana a las caravanas de migrantes y que los demandantes de asilo no se queden en EE. UU., sino que esperen en México los resultados de sus juicios.
El autor es director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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@carlosramirezh