Trump tiene su modo
¿Biden salvará a México?
Y los miramares modernos
La publicación de un artículo del historiador Enrique Krauze pidiendo que el presidente estadunidense Joseph Biden “salvara” a México de la oleada populista abrió un debate que se quedo a medias y que se desvió en el corto plazo. Pero el fondo del texto quedó vigente: cómo podría “salvar” Biden a Mexico. Y por qué EEUU debía de salvar a México del populismo y no del neoliberalismo salinista que ha tenido al país sumido en la pobreza de 1983 a 2018.
El asunto tiene muchas aristas, pero la más importante se localiza en que EEUU es un asunto de seguridad nacional de México y de nacionalismo en sus diferentes grados. El conflicto histórico de la guerra de 1847 que permitió que EEUU se quedara con la mitad del territorio mexicano delineó el pensamiento cultural mexicano hasta mediados de los ochenta del siglo XX; el Tratado de Comercio Libre de 1994 estuvo precedido por la reunión de la Comisión Binacional México-EEUU que produjo el documento Los desafíos de la interdependencia y que determinó que la alianza comercial de México con su vecino del norte tendría que pasar por “olvidar” los agravios de la Guerra del 47; este documento fue la base ideológica del Tratado y fue firmado, entre otros, por Héctor Aguilar Camín y Carlos Fuentes.
El espíritu de los miramares sigue rondando por los caminos de México. En octubre de 1863 una comisión de mexicanos, encabezado por el general Juan Nepomuceno Almonte, hijo biológico de José María Morelos y Pavón, acudió al Castillo de Miramar a ofrecerle la corona de México a Maximiliano de Habsburgo para que llegara a gobernar el país. El archiduque Maximiliano aceptó la oferta y en mazo de 1863 arribó a México a asumir el cargo de Emperador de México que apenas pudo disfrutar por las guerras civiles y la lucha de Juárez contra los franceses invasores que apuntalaban al nuevo imperio. En 1867 los franceses fueron derrotados y Maximiliano fue fusilado como prisionero de guerra en junio de ese año en Querétaro.
El modelo de comisión para invitar a un príncipe extranjero a asumir la Corona de México fue conocido como el de los miramares.
Varios miramares hubo en la negociación del Tratado de Comercio Libre 1991-1994 porque le trasladaron a EEUU la salvación económica del desarrollo mexicano.
Los EEUU han sido vistos como conquistadores y como salvadores. En su celebre ensayo La crisis de México de 1947, Daniel Cosío Villegas hizo una advertencia que sin duda leyó y asimiló Krauze porque hizo su biografía intelectual. Cosío fue claro sobre ver en EEUU la “salvación de México”, cuto primer paso negativo fue el Tratado de Carlos Salinas de Gortari. El párrafo central debe leerse completo:
Parece indudable que si la situación actual de México ha de juzgarse con alguna severidad, difícilmente puede escaparse a la conclusión de que el país pasa por una crisis gravísima. Es ella de tal magnitud que si se la ignora o se la aprecia complacientemente, si no se emprende en seguida el mejor esfuerzo para sacarlo de ella, México principiará por vagar sin rumbo, a la deriva, perdiendo un tiempo que no puede perder un país tan atrasado en su evolución, para concluir en confiar la solución de sus problemas mayores a la inspiración, a la imitación y a la sumisión a Estados Unidos, no sólo por vecino rico y poderoso, sino por el éxito que ha tenido y que nosotros no hemos sabido alcanzar. A ese país llamaríamos en demanda de dinero, de adiestramiento técnico, de caminos para la cultura y el arte, de consejo. político, y concluiríamos por adoptar íntegra su tabla de valores, tan ajena a nuestra historia, a nuestra conveniencia y a nuestros gustos. A la influencia ya de por si avasalladora de Estados Unidos se uniría la disimulada convicción de algunos, los francos intereses de otros, la indiferencia o el pesimismo de los más, para hacer posible el proceso del sacrificio de la nacionalidad, y, más importante todavía que eso, de la segundad, del dominio y de la dicha que consigue quien ha labrado su propio destino. Muchos de los problemas de México se resolverían entonces; gozaría el país de una prosperidad material desusada; pero ¿estamos seguros de que nuestro pueblo, nosotros mismos, seríamos de verdad más felices? Nuestro indio, por ejemplo, ¿ganaría algo al pasar a la categoría de irredento que tiene ahora el negro norteamericano?
Si la sociedad mexicana no tiene facultades ni derechos ni voluntades para salvarse a sí misma, entonces la maldición de Cosío Villegas completará la captura de México por los intereses estadunidenses. Washington salva sólo a las naciones que pretende absorber. Y entregarle la defensa de México a los intereses geopolíticos y de seguridad nacional del imperio estadunidense sería tanto como apostarle al modelo del protectorado, con la subordinación de cultura, reglas, leyes y voluntades al modelo estadunidense en decadencia y colapso por el racismo y la violencia.
Krauze le debe a sus lectores, seguidores y admiradores una explicación de su texto. Porque las cosas pueden empeorar, si vemos que Biden ni siquiera puede salvarse a sí mismo o a su sociedad enferma de violencia, racismo y polarización social. La defensa de la soberanía mexicana estuvo dada siempre por el nacionalismo en sus diferentes grados, desde el ofensivo con el enfrentamiento a los poderes del imperio, hasta el defensivo para sobrevivir con un proyecto nacional de nación.
Cuando mexicanos han descansado la salvación de la nación en fuerzas extranjeras, la identidad nacional entra en crisis. En caso de que exista una mayoría no conforme con el populismo vigente, existen las reglas, condiciones, circunstancias y procesos nacionales para acotarlo o derrotarlo. La Casa Blanca, ya se sabe, no tiene amigos, sino intereses. Y salvar a México sólo le serviría para sumar otra estrella a la bandera estadunidense.
El autor es director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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