Líneas Quadratín
No es nuevo, para nadie, que el presidente mexicano es un probado mitómano.
Tampoco es nuevo que los secretarios de Estado de su gabinete son consagrados mentirosos.
Y no es novedad que tanto políticos como legisladores y candidatos de Morena, todos, mienten igual que respiran.
Lo nuevo, en todo caso, es el tamaño de las mentiras y, sobre todo, cuando por pura casualidad se les escapa una verdad, sea al presidente, a los integrantes de su gabinete, a los políticos y candidatos de Morena.
Y ese fue el caso de una demoledora verdad que se le escapó, sin duda de manera involuntaria, al presidente, López Obrador, cuando se aventó la puntada de acusar al INE, con el “sambenito” de que antes, el Instituto Electoral y sus antecesores, dictaban quién era candidato y quién no.
Así lo dijo: “Esos que están de auoridades electorales entregaban candidaturas a quienes no reunían los requisitos, las candidaturas de famosos, por consigna de los presidentes de la República”.
Santísima verdad la que reveló López Obrador.
¿Por qué?
Porque hoy el presidente mexicano no mintió, sino que, al contrario, reveló una de las grandes verdades de su historia personal y política; una verdad que por décadas negó y que por más de 20 años aquí nos encargamos de documentar con “¡pelos y señales!”.
En efecto, en por lo menos 10 entregas del tema, aquí revelamos el paso a paso de los previos a la elección federal del año 2000, en donde el entonces presidente, Ernesto Zedillo, instruyó al Instituto Electoral del Distrito Federal para avalar la candidatura de AMLO –al entonces gobierno del Distrito Federal–, a pesar de que no cumplía el requisito de residencia.
Fue tan burda y sucia la maniobra que, incluso, el entonces congruente Pablo Gómez, denunció –entre muchos otros–, el engaño y la mentira de AMLO. Hoy Gómez es un lacayo presidencial y toda su familia depredan mas de un millón de pesos al mes de dinero público.
La hitoria comenzó el 3 de junio de 1996, en la plaza pública de Misantla, Veracruz, en donde el aspirante a la dirigencia del PRD inventó una supuesta conspiración contra el entonces presidente Zedillo y, en abierta traición a Heberto Castillo y a Cuauhtémoc Cárdenas, estableció una alianza con el entonces “presidente ilegítimo”, Ernesto Zedillo.
La alianza tenía dos objetivos fundamentales; conseguir que Zedillo brindara su apoyo a que AMLO consiguiera la dirigencia nacional del PRD y que, rumbo a las presidenciales del año 2000, el propio presidente impulsara la candidatura de AMLO a la jefatura de gobierno del DF.
¿A cambio de qué?
Elemental, a cambio de que Obrador le quitara a Zedillo el sambenito de “presidente ilegítimo”, el cual nunca volvió a utilizar.
Así, un año después, gracias a la reforma electoral de Zedillo, el fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, era el primer jefe de gobierno del DF y se perfilaba como aspirante presidencial para el año 2000, mientras que Obrador era jefe del PRD y aspirante al gobierno del DF, en las mismas elecciones del milenio.
Obrador se impuso a sí mismo como aspirante a jefe de gobierno del DF, pero topó con un pequeño problema; no cumplía con el requisito de residencia en la capital del país. Entonces acudió con su aliado, el presidente Zedillo, quien quitó los obstáculos del camino.
El presidente ordenó torcer la ley y, con ello, hizo candidato al gobierno del DF a Obrador.
Incluso se puede decir que Zedillo fue el padrino político de AMLO en las grandes ligas. Más aún, a partir de la llegada de AMLO a la dirigencia del PRD, terminó la crìtica del diario La Jornada a Zedillo y, en reciprocidad, arrancó el financiamiento oficial sin límite a La Jornada.
De esa manera tranposa y con la ayuda de aliados fundamentales como Rosario Robles, AMLO ganó la jefatura de gobierno del DF, en donde empezó una larga cadena de traiciones que hoy lo hacen ver irreconocible.
¿Como le pagó AMLO a Zedillo 20 años después?
Obrador acusó a su padrino político de traficar influencias con empresas privadas y fusiló políticamente a no pocos de los “hombres de Zedillo”. Hoy le mandó una campaña en redes para desacreditar un legítimo “mea culpa” de Zedillo por la fallida lucha contra el narcotráfico y el crimen orbanizado.
Luego, en 2001, vino el “parricidio polìtico” de AMLO contra su padre político, Cuauhtémoc Cárdenas”; tema al que aquí le dedicamos decenas de textos.
Siguieron las traiciones a Rosario Robles –hoy en prisión–, a Los Chuchos del PRD, a Miguel Mancera; y hasta arrancó la consgrucción ilegal de Morena, con dinero producto del narcotráfico, como en el caso de Iguala.
Hoy, López Obrador no sólo es presidente, sino que es el peor presidente de los mexicanos, el más mentiroso, el más vengativo y el que más ha destruido la democracia.
Pero por fin ha dicho una verdad en su larga historia política de mentiras, embustes y engaños.
Por fin reconoció lo que aquí documentamos por décadas; que, a pesar de ser un candidato ilegal, el presidente Zedillo lo hizo candidato al DF.
Sí, se le salió una pequeña verdad; por fin una verdad.
Al tiempo.