Líneas Quadratín
Está claro que López Obrador no renunciará al cargo de presidente de los mexicanos, a pesar de que cometa los peores errores y horrores, los mas atroces crímenes y las más cuestionables violaciones a la Constitución.
Es evidente que “le vale un pito” llevar a la ruina económica al país, dejar en la miseria a millones de pobres extremos y sin empleo a buena parte de la clase media; además de provocar la quiebra de industrias otrora pujantes, como la de la construcción, la turística, del automóvil y otras que aportaban muchos de los mas valiosos empleos.
Incluso, es un secreto a voces que el presidente mexicano le brindó no sólo una tregua ilegal –sino una amnistía total–, a los capos de las bandas criminales que por todo el país han dejado una estela de muerte y caos – sin contar con los mayores niveles de violencia, muerte y crimen de la historia–, todo sin que nadie sea capaz de poner un alto a tal ola criminal.
Y también está a la vista de todos que López Obrador es un político rencoroso, vengativo y criminal, capas de perseguir a todo aquel que se atreva a disentir o pensar distinto, porque el pensamiento del mandatario mexicano es la típica concepción de un dictador; su palabra es la verdad absoluta y única.
Y el presidente de los mexicanos es capaz de las más aberrantes atrocidades y los mas despreciables crímenes de Estado porque, nos guste o no, en México la democracia agoniza, si no es que está muerta, ya que los contrapesos y los encargados de frenar a un loco –como AMLO–, hoy son parte de una “Corte de Lacayos” que prefieren mantener sus pingües privilegios, antes que defender la democracia y la Constitución.
Sin embargo, no sólo es importante sino urgente que medios y críticos de la dictadura lopista insistan en solicitar –de manera pública–, la renuncia de López Obrador y en exhibir sus tropelías, tropiezos y crímenes de Estado, porque la impunidad puede acompañar a todo el gobierno de Obrador por mucho tiempo, pero la justicia llegará tarde o temprano.
Y es que denunciar hoy los errores, tropelías, complicidades y los crímenes que cometen López Obrador y su pandilla en el gobierno, es una obligación para abonar a la vigencia de la memoria y, sobre todo, para sumar a la construcción de la narrativa –con nombre y apellido–, de los responsables de la mayor tragedia que ha vivido México en los tiempos modernos; tragedia que nadie debe olvidar y que todas las generaciones deben repudiar a lo largo de la historia.
Y, en efecto, Obrador puede engañar a muchos por muchos años, pero no engañará a todos durante todo el tiempo.
Y sí, tarde o temprano el gobierno de AMLO y su pandilla, pagará por sus felonías, sus abusos de poder y sus crímenes de Estado.
¿Y por qué la certeza de que la historia los hará pagar?
Porque López Obrador y la pandilla que lo acompaña en su gobierno son una generación de políticos, líderes y servidores públicos mexicanos que nacieron en la lucha por la democrática y a favor de sus libertades pero que, a la primera oportunidad –a la llegada del gobierno de López–, concluyeron que lo mejor y más rentable para sus bolsillos no era la democracia y menos sus libertades, sino la sumisión, abyección, indignidad y, sobre todo, la inmoralidad de someter su pensamiento a las ocurrencias de un solo hombre.
Por eso, todos esos políticos, líderes y servidores públicos de Morena callan cuando por errores del presidente y del director de la CFE, se produce “el apagón nuestro de cada día”.
¿Qué habría pasado con Manuel Bartlett en un gobierno democrático y de derecho? Sí, Bartlett estaría en prisión.
El “apagón nuestro” de cada día, por cierto, es igual a la crisis de desabasto de gasolina desatada durante los primeros meses del gobierno de AMLO; crisis producto de las torpezas de los improvisados que llegaron al gobierno con AMLO. En aquella ocasión el desabasto provocó la tragedia de Tlahuelilpan, con casi 150 muertos y ningún servidor público en prisión.
En efecto, resulta intolerable “el apagón” de ayer lunes, pero es igual de inaceptable la tragedia de violencia e inseguridad que ya costó más de 100 mil vidas; es intolerable la crisis económica, el desempleo y la quiebra de empresas, por las decisiones de un presidente que nada sabe sobre finanzas.
Es intolerable el crimen de Estado producto de la pandemia, que convirtió a México en uno de los países con más muertes en el mundo.
Por eso, al final, cada día más mexicanos exigen –exigimos–, la renuncia de López Obrador al cargo.
Y si bien sabemos que López no renunciará por el hecho de que sea denunciado públicamente, también sabemos que el juicio de la historia será más contundente, cuanto más se logren documentar las trapacerías, los errores y horrores; cuando más se documenten los crímenes de Estado cometidos por un gobierno que, a pesar de todas las evidencias, oculta sus culpas sin entender que, tarde o temprano, junto con sus lacayos caerán en prisión.
Sí, hoy lo importante no es esperar que AMLO renuncie, sino que lo importante es que cada día mas mexicanos se enteren de los crímenes de López Obrador, para que la historia no permita que se repitan.
Al tiempo.