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Entusiasmado por convertir la presidencia de Morena en la jefatura real del gobierno federal, Porfirio Muñoz Ledo sueña con convertirse en el dedo de oro (novela de Guillermo Sheridan) que decida candidaturas y ya desde ahora quiere ser el factor de la nominación presidencial del 2024.
Sin embargo, como siempre ha ocurrido, las designaciones de candidatos a cargos decisivos de elección popular son facultad metaconstitucional del presidente de la república. Lo debería saber Porfirio, porque en 1975 fue víctima de una jugada maquiavélica del presidente Echeverría para distraer a los suspirantes y dar el albazo con el destape de José López Portillo.
En sus memorias orales contadas a James Wilkie, Muñoz Ledo recuerda que hacia el final del proceso el presidente Echeverría se invitó a la casa de su precandidato y luego de un breve recorrido dijo: “no veo espacio para revivir comisiones”. Fue la señal, pensó Porfirio, de que sería el ungido. Pero luego Echeverría sentó a los precandidatos en el área laboral de Porfirio en la Casa del Obrero Mundial para ver un video, mientras en Palacio Nacional la CTM nominaba a López Portillo. Y luego Porfirio perdería la batalla contra De la Madrid en 1987 al intentar meter a Cuauhtémoc Cárdenas en la sucesión presidencial priísta.
El estilo de López Obrador para destapar candidatos se mueve en las mismas coordenadas. Cuando se había desatado la grilla para seleccionar al candidato del PRD a la jefatura de gobierno para el periodo 2006-2012 y ya el tabasqueño fuera de la administración por su precampaña presidencial, sus palabras mágicas fueron breves: “creo que el candidato debiera ser Marcelo” …, y Marcelo fue, el mismo Marcelo que hoy le quita el sueño a Porfirio. El mensaje ha quedado claro: el poder de decisión para designar al candidato presidencial del partido en el poder es del presidente de la república, salvo la impericia e ingenuidad de los presidentes panistas Fox y Calderón que no pudieron designar al candidato porque habían perdido el control del PAN.
Por eso Muñoz Ledo se autoengaña al suponer que el presidente de Morena le va a quitar al presidente López Obrador la facultad de poder de designar a altos cargos electorales. Si Ebrard está en el ánimo presidencial por las tareas primordiales asignadas, Muñoz Ledo ya comenzó a pelearse con Palacio Nacional aún antes de llegar a la presidencia de Morena al atacar al canciller y pedirle su renuncia. Y tampoco ha gustado en Palacio la intención de Muñoz Ledo de adelantar el 2024 en la agenda de Morena, cuando aún no se transita el 2021 y el 2022 de la revocación de mandato. Estos datos revelan que Porfirio es un pésimo telépata o está escuchando otras voces en su cabeza.
Mal fijó su campaña Muñoz Ledo al centrarla en el poder de Morena para fijar candidatos en 2021 y 2024, cuando en Palacio Nacional el proceso ya está terminado. A menos que Porfirio esté jugando hoy, como en 1975, el papel de patiño para ser, como en 1975, un presidente sumiso de Morena. Y peor cuando ya identificaron que Muñoz Ledo juega en la cancha sucesoria de Claudia Sheinbaum contra los demás precandidatos.
En síntesis, Morena no será un verdadero partido político, sino que seguirá como un movimiento de grupos sociales.
EE. UU. a 25 días de las elecciones. Al final, la candidata a la vicepresidencia Kamala Harris no pudo dar el golpe final a Trump en su debate con el vicepresidente Mike Pence. La recta final será caminada por los demócratas con la crisis pandémica, mientras Trump va a abrir el espacio a la economía y el liderazgo.
Política para dummies: La política se mueve por hilos de poder, no por mensajes telepáticos que vienen, en realidad, desde el más allá.