El agua, un derecho del pueblo
La historia bíblica donde un joven e inexperto joven vence a un gigante guerrero filisteo armado con sólo una honda, es una de las narrativas más inspiradoras pero que poco vemos en el mundo real.
Sin embargo, ayer se logró visualizar una epopeya similar en el Tribunal Electoral de la Ciudad de México, donde MORENA, el partido en el poder con mayores recursos, perdió la impugnación para que la asociación Equidad, Libertad y Género, ELIGE, se registrara como partido político capitalino.
Con tres votos a favor y dos en contra, ganó ELIGE presidido por la Doctora Mariana Morán y públicamente se desestimó el argumento de anomalías en su financiamiento.
MORENA llevó el expediente a la Sala Regional de la Ciudad de México en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEJPF), pero los magistrados lo devolvieron al Tribunal Electoral local. Este primero de octubre se realizó la votación que convirtió a ELIGE en el nuevo partido político para la Ciudad de México.
Lo sorprendente es que quien atizó el golpe a MORENA no es un contrincante fuerte, rico o experimentado. Se trata de un partido de centro conformado por ciudadanos comunes que pagan sus impuestos y que nunca fueron actores de la vida política del país ni jamás ostentaron cargo administrativo en el gobierno federal o local.
Los miembros de ELIGE no forman parte de ningún sindicato, asociación religiosa o de cualquier otra índole.
Los ciudadanos que conforman este nuevo partido, declaran ser autosuficientes, que no reciben prerrogativas del estado, que no viven del presupuesto y que no están esperanzados a que el gobierno emita su depósito en la nómina, situación que sin duda incomoda a los partícipes de MORENA.
El avance de ELIGE se considera un gran golpe al partido en el poder, MORENA, que ni con múltiples recursos públicos logró que se desestimara a un nuevo partido de la contienda política.
Pero pese a una declaración de triunfalismo que se esperaría ante tal epopeya, quienes integran ELIGE “maestros, amas de casa, comerciante y personas como tu y como yo”, según su propia definición, sólo aseveran que su triunfo se debe a que “no somos ni de aquí ni de allá, no tenemos intereses más que representar a la gente”.
Este es el nuevo David de nuestros días. Esta es la epopeya que hoy se vive en la esfera política capitalina.