Cambio de coordenadas
Un gobierno de salvación nacional
Pablo Hiriart
México comienza a pagar la incipiente pero brutal destrucción de las instituciones nacionales iniciada en 2019, que nos conduce a una crisis sin precedentes en todos los órdenes.
No lo dicen sólo opositores o críticos, sino hasta el editorial institucional del prudente y prestigiado periódico británico Financial Times, titulado “La Tragedia Presidencial que ocurre en México”:
“Las respuestas confusas y el comportamiento errático de López Obrador en las primeras semanas de la pandemia sugieren que el país se encamina a una crisis mucho peor en el resto de su mandato de seis años (en realidad, cinco años y diez meses), a menos que haya un cambio dramático de rumbo”.
Ese es el punto. Un cambio dramático de rumbo porque la política de confrontación del Presidente no sirve.
Tampoco sirve su política económica, pues en un año ya nos había metido en una crisis (-0.2 por ciento, con entorno internacional favorable), antes de que iniciara el coronavirus.
Frente a la avalancha que se nos viene encima a todos, López Obrador sólo piensa en salvarse solo y recurre a jugueteos electorales y propone anticipar el referéndum de revocación de su mandato.
No se vale huir, Presidente. Las elecciones federales son el próximo año y la revocación de mandato en 2022.
Las consecuencias de esta crisis no las hemos visto, a escala planetaria, desde el fin de la segunda Guerra Mundial, coinciden en señalar expertos de distinto signo ideológico.
Y en México las repercusiones por actuar tarde y mal van a generar una crisis en todos los órdenes y de proporciones que al parecer sólo el Presidente y su corte se niegan a ver.
La mayoría de los secretarios no sirven, están rebasados, y algunos que sí saben han dejado de ser escuchados por López Obrador que se reúne con subsecretarios y jefes de unidad.
Su principal consejera es Irma Eréndira Sandoval, que para este caso es la menos indicada. Es tan disparatado como ir con el odontólogo cuando se tienen cálculos renales o un infarto cerebral.
Antes de que se cumplan los plazos constitucionales (2021 y 2022), el Presidente tiene que encaminar la solución del problema, con unidad, y no hundirnos más en una fractura que puede llevar la sangre al río.
Un gobierno de salvación nacional es la única solución para evitar la catástrofe.
Y con él como Presidente, como lo marca la Constitución. Que enmiende sus errores que ya empiezan a cobrar vidas, o asuma las consecuencias de lo que se perfila como un asesinato masivo por negligencia.
Médicos, enfermeras y paramédicos se contagian por falta de insumos que dejaron de comprarse debido a los ahorros hechos por el gobierno el año pasado.
Ciudadanos se contagiarán y si no hay camas, ni médicos, ni material para atenderlos, pueden morir a una tasa superior a lo sucedido en otros países.
Las muertes que eran evitables –habrá muchas otras que no–, serán producto de la irresponsabilidad con que se jugó con la salud pública, con “ahorros” para pagar caprichos, y convocatorias temerarias a salir a exponerse.
La población, y médicos, y enfermeras, reclaman desesperados afuera de los hospitales: “¡no hay con quién quejarse!”.
Por supuesto que no. El conducto era la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que también mató el gobierno actual. Esa institución, creada por un Presidente al que calumniaron hasta saciarse, era la encargada de defender a los ciudadanos de los abusos del poder. Amonestaba y exhibía a los gobernantes. Hace unos meses la mataron al ponerla en manos de un partido.
López Obrador ya no puede seguir hablando sólo con los aduladores y radicales que le llaman científico, prócer y otras florituras que harían enrojecer al propio Mao.
Para evitar un colapso mayor, necesita hablar con el gobernador del Banco de México y con quienes vivieron las grandes crisis del 87, del 95, de 2009. Saben en qué fallaron y en qué acertaron.
Hay que hacer un pacto con los gobernadores. ¿No ven cómo están de molestos con la Federación? Es imposible hacer frente a una crisis de esta magnitud desde “el centro”. Se necesitan a las 32 entidades federativas.
¿Habrá en el Presidente la voluntad de formar un gobierno de salvación nacional ante la profundidad de la crisis en la que entramos?
Por lo menos hay que decírselo, y recordarle que en México son muchas las personas capaces, con experiencia y sin aspiraciones políticas que quieren y pueden ayudar a salvar de una catástrofe mayor a la casa donde vivimos todos.
Su política de confrontación fracasó, o era para otro momento.
La grilla y el pleito mañanero ya están fuera de lugar.
Esas granjas de computadoras para atacar y denostar críticos en redes sociales, sólo sirven para envenenar.
Antes de pasar a la siguiente etapa, que es formar brigadas para atacar físicamente a quienes la 4T detesta, o empezar a culpar de la crisis a empresarios o comunicadores y convertirlos en “enemigos”, está la opción del gobierno de salvación nacional.
Hay una gran reserva de capital humano en el país, que están más allá del bien y del mal en cuanto a aspiraciones políticas.
No importa que sean de diferente signo ideológico: son lo mejor que tenemos y se podrán poner de acuerdo en lo básico, para beneficio de México en un momento excepcional.
Podrán restablecer el sentido común en las decisiones de gobierno, quiero decir.
Desdeñar la unidad ante una crisis de este tamaño y optar por la confrontación para seguir destruyendo, es la otra opción.
El Presidente tiene la palabra.