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CIUDAD DE MÉXICO, 18 de septiembre de 2019.- Ir al baño en una interminable jornada laboral es casi un lujo para los trabajadores las empresas polleras en Arkansas, Estados Unidos, por lo que usan pañales o en el peor de los casos, a veces se orinan encima ante el temor de ser despedidos.
Esta es una de las constantes entre los migrantes que llegan de México, Centroamérica y las Islas Marshall para trabajar en las avícolas, donde la producción y empacamiento de carne de pollo se mezclan con su imposibilidad de tener una jornada laboral digna.
Magaly Licolli, mexicana defensora de los derechos laborales de migrantes halló en el teatro una forma de empoderarse, transformar su vida y ayudar a migrantes a superar la situación a la que son sometidos y conozcan sus derechos.
“Necesitan trabajadores vulnerables para este trabajo, trabajadores que tienen miedo a perder su trabajo porque ya no van a encontrar otro”, refiere la activista y actriz oriunda de Guanajuato.
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