Teléfono rojo
NO SON LOS RASTRILLOS SINO EL CINISMO PARA ROBAR
¿Hubo un robo? Es decir, ¿la factura de más de un millón de pesos por rastrillos, desodorantes, papel de baño y demás, puede ser falsa? En ese caso estaríamos frente a un robo.
Que necesitó, obligadamente, de la participación del jefe del Estado Mayor Presidencial, general Roberto Miranda.
Si esta factura corresponde a lo que se compró, es absolutamente obvio que está adulterada. Porque no hay siquiera sitio para llevar en el avión más de mil frascos de loción.
Frente al horror que provoca conocer estos gastos, surge la necesidad de conocer a fondo qué pasaba el sexenio pasado realmente.
Si el presidente Peña Nieto ordenaba que se robase en todos los ámbitos, hasta en el papel de baño, o fue una cascada de inmoralidad continuada. Una “Cueva de Alibaba” consentida.
La mayor tristeza surge por el papel de los militares. A los que convirtieron en sirvientes de lujo y, también, en ladrones. Lo que exhibió el Presidente de la República el viernes no es nuevo.
Yo publiqué, sin que ninguno pusiera atención, que tan solo en el viaja a Europa, la gira donde visitaron a la reina de Inglaterra, se gastaron un millón 500 mil pesos en tortas, en lo que se comió en el avión presidencial.
Comisariato del que tenía la concesión un hermano de la esposa de Peña Nieto. ¿Quién fue el proveedor de todo lo que se compraba para “comer en Los Pinos”?
De las sábanas, las toallas, los detergentes, el café, lo que se quiera agregar en la dimensión que muestra la factura del papel de baño. Supongamos que la factura es falsa. Tuvo que ser firmada por el general Miranda.
Y varios de sus subordinados tuvieron que saber que se robaba ese dinero. Por lo que, a priori, les dio “autorización” para hacer otro tanto. Imposible imaginar el resultado de esto.
Si para un vuelo pudieron meter una factura por tanto dinero, qué sucedió con todo lo demás: la comida en Los Pinos, los trajes de la escolta presidencial, los cuartos de hotel, los gastos de transporte en el extranjero…
La multiplicación de los peces, sin ningún control, por orden presidencial. Estamos hablando de minucias. De facturas del “mandado”.
¿De qué manera pudieron alterar los costos de mantenimiento de Los Pinos, de los vehículos presidenciales, del hospital presidencial? La lista no tiene llenadero. ¿Es que un militar tiene vocación de ladrón? Absolutamente no.
Hablamos de un grupo de supuesta elite militar que estaba fuera de cualquier vigilancia, que se enfermó de soberbia, cuyos integrantes llegaron a creerse más poderosos que el mismo primer mandatario. Que manejó dinero a manos llenas. Sigue castigar esto.
Tiene que investigarse. Tiene que establecerse responsabilidades legales. Más allá del papel de baño está el hecho de corrupción, que se repitió en todos los ámbitos y al sumar hablamos de muchos millones de pesos.
No puede haber impunidad para Miranda y sus cómplices. A ver quién se atreve a criticar que haya desaparecido el Estado Mayor Presidencial…