Líneas Quadratín
El miedo a Meade
Pablo Hiriart
Los incondicionales del presidente y otros que hacen méritos para congraciarse con él, se montaron en el caso Rosario Robles (y el juez convertido en acusador) para apuntar a José Antonio Meade.
Desconozco quién sea el capitán de esa exhibición de nado sincronizado que vemos en la prensa, pero es evidente que quieren sacar de la pista a Meade a como dé lugar.
Les irrita que haya un político con mayor autoridad moral que sus líderes, y con muchos más conocimientos para gobernar un país.
El enredo muy cercano al desastre que tienen con la economía, no ha estallado en buena medida gracias a la gestión de Meade como secretario de Hacienda.
Deberían darle las gracias, en lugar de fraguar prematuras campañas para quitarse del camino a una persona ética e intelectualmente superior a ellos.
¿No? Veamos.
El gobierno nos quiere ver la cara al decir que los 174 mil 450 millones de pesos de subejercicio en el primer semestre son “ahorros”.
Hablamos de 174 mil 450 millones de pesos «ahorrados» que no se usaron para comprar medicinas, suplementos alimenticios para niños de escasos recursos, sueldos de médicos, enfermeras, reparar escuelas, pago a proveedores, apoyo al campo y un largo etcétera.
Decir que eso es un ahorro es tan sabio como no darle de beber agua al caballo «para ahorrar» en el líquido.
Pregunto: si el gobierno tiene ese dinero ahorrado, por qué para poder cerrar el año echa mano de 120 mil millones de pesos del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP).
Ese Fondo se creó para hacer frente a una crisis presupuestaria derivada de una contingencia internacional, que no existe ahora.
Van a tomar el 41 por ciento del Fondo ahorrado para emergencias, porque de lo contrario el gobierno que ahorra hasta en gasas y jeringas no va a poder cerrar el año fiscal.
Ahora bien, ese fondo, creado hace 19 años, el secretario José Antonio Meade lo recibió en 108 mil millones de pesos, y lo dejó en 220 mil 972 millones de pesos.
Es decir, lo aumentó en 103 por ciento.
Sin el dinero que les dejó Meade, el gobierno de Morena no habría podido cerrar el primer año de su gestión.
Gracias a la tarea de Meade, al que quieren embarrar y le llamaron “tecnócrata”, “ternurita”, “neoliberal” e “insensible”, los grandes políticos con enorme emoción social que hoy nos gobiernan, se salvaron de la vergüenza de verse envueltos en una crisis presupuestal, con un entorno económico favorable.
El Fondo se logró a pesar de que los precios del petróleo cayeron 40 por ciento, el sector industrial de Estados Unidos había decrecido dos por ciento y el efecto de la elección de Donald Trump disparó el valor del dólar a 21 pesos con 91 centavos.
Los nuevos gobernantes se gastarán el 41 por ciento de ese Fondo para catástrofes presupuestarias en tapar los huecos que dejan sus errores… en apenas el primer año de gestión.
Y a propósito de sensibilidad social, el gobierno hizo bien en guardar silencio ante las cifras de evolución de la pobreza que dio a conocer la semana anterior el Coneval.
Sólo los órganos de propaganda más desinformados y manipuladores del régimen dijeron que en la administración anterior «aumentó la pobreza».
Durante el sexenio pasado la pobreza tomó una curva descendente, al caer del 45.5 de la población a 41.9.
Y dos millones 200 mil mexicanos dejaron de vivir en pobreza extrema.
La clave estuvo en mejorar la economía, que se hizo precisamente en el periodo de Meade como titular de Hacienda, con todas las agravantes de un mal entorno externo, de altísima volatilidad por el efecto Trump y petróleo.
Recibió Hacienda con un déficit primario de 24 mil 987 millones de pesos (0.1 por ciento del PIB) y entregó las finanzas públicas con un superávit de 310 mil 151 millones de pesos (1.4 por ciento del PIB).
Eso es saber.
La administración actual recibió como herencia cientos de miles de millones de pesos en fondos para hacer frente a crisis inesperadas. En el primer año de gobierno se van a gastar el 41 por ciento, sin crisis externa.
Recibieron la pobreza en declive.
Lo anterior se lo deben, en buena medida, al «burócrata», «neoliberal», egresado del ITAM “donde no saben economía», «ternurita» e «insensible», al que quieren embarrar.