Líneas Quadratín
MORELIA, Mich., 10 de marzo de 2019.- “¿Qué sabes de tu familia? – Nada”. La pregunta la he hecho infinidad de veces o he contestado lo mismo. Nada.
Desde las 17 horas del jueves, 7 de marzo, no hay electricidad en Venezuela. Literalmente permanece el país a oscuras desde hace 72 horas, aunque en teoría van 20 años en tinieblas.
He de suponer que cuando a la gente se le fue la electricidad, lanzó una maldición a Nicolás Maduro y se resignó a que por lo menos pasaría cuatro horas sin el servicio, ese recuerdo lo mantengo vivo… o en el caso de Maracaibo en el estado Zulia, igual y 72, como ya ocurrió en una ocasión, sin sospechar el infierno que vendría.
No es posible imaginar el desespero, la desesperanza… la rabia de quienes tienen comida en el refrigerador y se les está pudriendo, tan complicado y costoso que es conseguirla; o medicinas que están dañándose porque no tienen refrigeración, de quien en sus brazos ve morir a su bebé porque ya no hubo electricidad para su respiración artificial.
Aunque soy venezolana me siento a veces intrusa de expresar la desesperación a mi modo y adaptada a mi situación privilegiada desde el exterior, donde desde hace tres años no padezco por los servicios básicos.
Pero sí, afuera de cierta forma también nos quedamos en penumbras. Nadie sabe nada de su familia, y estamos de manos atadas.
“Mi abuela acaba de fallecer en la clínica en medio de un apagón nacional, en una emergencia porque ninguna UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) le dio cupo en tres días, hasta que no haya sistema no pueden hacer nada. No sé ya ni qué sentir”, escribió @marli_who por medio de Twitter.
Así como ella, Edgar Rincón solicitó hielo seco para mantener refrigerados medicamentos de Quimioterapia, Aglaia Berlutti contó cómo el bebé de nueve meses de su amigo murió por problemas respiratorios que en ninguna parte de Caracas pudieron atender por falta de electricidad, uno de los sobrinos gemelos de otro chico falleció pues dependía de la incubadora, y la familia de @fraupelusa tuvo que ir a un río a recoger agua, porque tampoco hay.
En medio del caos se ha destapado la careta oportunista de otros venezolanos, quienes en lugar de colaborar, aportan a agudizar la crisis: los que alguna vez compraron una planta eléctrica han decidido ponerla a disposición para cargar celulares o licuar alimentos, pero solo si pagas un dólar americano por cada 10 minutos de carga, aunque en Venezuela hay control cambiario, el sueldo mínimo equivale a 6 dólares y la moneda oficial es el devaluado bolívar.
Hacer negocio a costa de la desesperación del prójimo ha sido uno de los males que por saecula saeculorum han desangrado a la nación y la han hundido en miseria, y aunado a la pésima gestión gubernamental, todo ha empeorado.
Pese a ello, pareciera que a muchos el remordimiento de conciencia pesa menos que negociar con el dolor. No obstante, los buenos son más: muchos otros particulares y también hoteles y negocios se han dedicado a postear en redes sociales que cualquiera que lo desee puede ir a sus establecimientos a cargar su celular, sin costo alguno.
También expendios de alimentos han decidido regalar la comida antes que se les dañe por la falta de refrigeración y los médicos en hospitales dan respiración artificial manual a los bebés. Para evitar el calor y lograr conciliar el sueño la gente ha decidido sacar los colchones a las azoteas.
Tres noches a la intemperie, como en una selva, pero esta es de concreto, violenta y demasiado caliente. Aunque puedo continuar enumerando situaciones, todo lleva a una misma conclusión: Venezuela ha sido sacudida nuevamente por un terremoto de incompetencia, por una guerra psicológica que el Gobierno se ha vuelto experto en orquestar, una pelea contra la salud, el bienestar, los derechos humanos, el ciudadano venezolano, y con vacíos de información inconmensurables.
¿Qué dicen las autoridades? El ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, aseguró que el centro electrónico de la hidroeléctrica de Guri, ubicada en el estado Bolívar y la segunda más grande de Latinoamérica, fue atacada por el senador estadounidense Marco Rubio y Mike Pompeo.
El presidente interino, Juan Guaidó, afirma que todo se debe a la falta de inversiones, mantenimiento y corrupción. Este domingo, anunció una gira nacional con diputados para definir la fecha de una marcha masiva a Caracas, en medio del grito desesperado de la gente que pide la intervención internacional.