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QUERÉTARO, Qro., 31 de diciembre 2018.- Se puede festejar con alegría, música y sin ruidos molestos que perjudiquen a otros seres vivos.
Durante las fiestas de fin de año y hasta entrado comienzos de enero, las mascotas sufren, se asustan, se pierden y hasta mueren como consecuencia de los estruendosos ruidos y los destellos luminosos que provocan los distintos artefactos de pirotecnia.Si bien a muchas personas les causa gracia o alegría, resulta muy difícil entender cómo un niño o un adulto puede disfrutar viendo a una mascota, aterrada por los ruidos ensordecedores.
Es un buen momento para enseñarle a los más pequeños el significado de la responsabilidad que implica compartir la vida con una mascota que es «su amigo». Que entiendan, tanto los niños como los adultos, que esos ruidos tan fuertes les causan mucho daño y sufrimiento a los animales.
Acaso resulta gracioso el ruido que hacen estos artefactos al estallar, pudiendo quemar a las personas, aturdiendo, atemorizando y desconcertando a las mascotas. Es importante recordar que la tenencia de un animal, sea o no de raza, significa una gran responsabilidad. No es un juguete y quien ama a sus mascotas seguramente no querrá hacerles daño.
No deben ser objeto de risas ni bromas pesadas. Ellos sufren y tienen sensibilidad como cualquier otro ser vivo.
En general perros y gatos reaccionan de alguna forma al estimulo tan potente que les produce una explosión. Es muy raro que permanezcan indiferentes. Habitualmente reaccionan con temor ante una tormenta y las luces de los rayos. Pero con la pirotecnia el daño puede ser mayor. Por eso es conveniente prepararlos y preparar la casa, para tratar de evitar que sufran lo menos posible durante los días de fiesta, que para los animales, sobre todo perros y gatos que son los que conviven con el ser humano, significa una situación inusual y para nada agradable.
Los ruidos estrepitosos que genera la pirotecnia afecta a la mascota por el sufrimiento que padece ,y por el riesgo que corre de lastimarse a sí mismo al tratar de escapar o esconderse y hasta extraviarse.
Para este miedo, no existe una predisposición determinada por la raza, la edad o el sexo de la mascota, simplemente es una respuesta de temor intensa al ruido. El animal trata de huir o esconderse, pide protección al dueño, tiembla, pone la cola entre las patas, se agita, a veces gruñe o ladra desde lejos y los ojos parecen agrandarse.
Normalmente cuando el perro escucha por primera vez este tipo de ruidos, se asusta. Si no le ocasiona consecuencias mayores, se acostumbrará e ignorará por completo esos ruidos. Pero si los asocia con experiencias desagradables y siente que no puede escapar a ningún lado o que recibe una excesiva atención del propietario con el fin de calmarlo, reforzará el miedo y, con el tiempo, se transformará en una fobia.
En tanto que los gatos, no solo se pueden alterar por los destellos de los fuegos artificiales, también les afecta el ruido. Por eso conviene asegurarse que el gato esté adentro de la casa mucho antes que comiencen las celebraciones y mantenerlo en un lugar donde no sea posible que los visitantes lo dejen salir sin darse cuenta. Convendrá que en el ambiente donde se resguarde al animal haya cortinas para apaciguar la vista de los destellos, y es recomendable dejarles una bandeja de arena, alimentarlos previamente a la reunión, y su colchoneta preferida para que puedan descansar. Asi se evitará que el animal escape fuera de la casa por temor, y no se lo vuelva a encontrar.
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