Libros de ayer y hoy
El horror de los cadáveres
Un tráiler conteniendo 157 cadáveres, cuya identidad es desconocida, “pasea” por las calles de Guadalajara hasta que el olor pútrido y las quejas de los vecinos provocan una respuesta del gobernador.
La más simple. También la más torpe: Correr al responsable del Forense. Porque Aristóteles Sandoval ignora que no es, no fue nunca, atribución legal de éste el manejo de los cadáveres. Que, una vez realizada la autopsia, o en su lugar, las fotografías y tomas de huellas, corresponde a la Fiscalía decidir que hacer con ellos, como parte de una investigación en curso.
La ignorancia supina en todos los niveles. Porque ninguno supo ni quiso saber quiénes alquilaron el tráiler, por qué motivos, para qué periplo con su carga mortal. Porque si no es por los medios de comunicación, ahí seguiría “rodando” el tráiler con los cadáveres.
Lo cierto es que muchas instituciones de justicia están rebasadas ante la violencia. Y que el Instituto Forense de Jalisco no tenía cupo para “guardar” los restos humanos de víctimas de hechos violentos.
Asombra que estos, los muertos, no hayan sido identificados por sus familiares. Y aquí es donde se localiza una falta más de todo el sistema, la falta de comunicación. Porque si hubiese habido una investigación tendría que conocerse, por lo menos, el nombre y, en consecuencia, haber avisado a sus familiares.
Falta, desesperadamente, un banco de ADN que permita que las víctimas sean identificadas de manera científica. Falta, sobre todo, el respeto de las autoridades a estos muertos.
Porque lo que permea de estos hechos, tan lamentables, es una desidia inmensa de todos los responsables. Comenzando con el gobernador que ya se va y no se entera de nada. O sea, ni el Fiscal ni la autoridad que autorizó el alquiler del tráiler refrigerado le informaron. Y después con todos los responsables. ¿De qué manera funciona un gobierno que puede dedicar recursos públicos al alquiler de un tráiler para “guardar” cadáveres semi descompuestos, sin que haya un destino o un tiempo para ello? Al “ahí se van” en su más macabra expresión.
Sorprende la enjundia con la que el ex director del Forense, Luis Octavio Cotero, ha salido a defenderse en medios de comunicación. Y puede tener mucha razón en varios de sus planteamientos, pero habría que preguntarle por qué no le interesó el destino de los cadáveres que se llevaron de sus instalaciones.
El país se convirtió en una inmensa fosa. Los restos humanos hallados en Veracruz en días pasados demuestran la impunidad con la que criminales actúan, destrozan los cuerpos y los avientan, los medio entierran. Esto puede suceder porque hemos vivido, desde el sexenio pasado, en una cultura de impunidad consentida por todos los mexicanos.
Nos ha dejado de importar que maten cada día a cientos de personas en todo el país de manera violenta, lo que es más grave nos ha dejado de importar que las autoridades no hagan su trabajo deteniendo a los asesinos.
Nos ha dejado de importar la muerte, a no ser que huela mal…
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