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SANTA MARÍA DEL ORO, Nay., 11 de marzo de 2018.- Desde Samao se ve un cráter en el que se formó una laguna que cambia de colores con las estaciones, y de acuerdo con las concentraciones de los minerales que se siguen filtrando de los yacimientos de oro que una vez hubo en la zona.
Samao es un mirador donde parece terminar la carretera, ya que para bajar al cráter se transforma en una espiral terregosa que se abre paso entre los árboles de parota y guásimo, desde donde no se ve la belleza de la laguna, como se puede observar desde una lancha.
El sinuoso camino se puede hacer en menos de un minuto si se domina una bicicleta de montaña, dicen hasta en 12 segundos, pero el último registro en Google es de 46 segundos, cuando en auto se lleva cerca de media hora.
Extensos y exóticos jardines disimulan hoteles boutique, casas de famosos de la farándula como Alejandro Fernández que a cada rato hacía fiestas, aunque ya la vendió a alguien que es más discreto porque los lugareños no saben de quién es ahora, pero extrañan a las bellas mujeres que acudían a aquellas fiestas.
Sin embargo, no es un destino de aventura o de reventón, es para desconectarse del mundo, para restaurarse de los excesos, y si eso no se logra en unas vacaciones, se puede quedar un poco más en un centro de rehabilitación de adicciones, cuyo tratamiento cuesta 110 mil pesos.
El único inconveniente son las chachalacas y las urracas que despiertan a cualquiera al amanecer, cuando el espíritu apenas quiere volver al cuerpo, según el guía de la Secretaría de Turismo de Nayarit, Evaristo Guzmán.
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