Itinerario Político
MÉXICO, 2 DE JULIO 2017.- Hace cincuenta años, si una persona necesitaba dinero en efectivo tenía que ir al banco. Y para eso, debía ir a la sucursal más cercana en horario de oficina. Ni un minuto más tarde. De lo contrario se quedaba con los bolsillos vacíos.
Y eso es lo que le sucedió al británico John Sheperd-Barron, el inventor del cajero automático.
En una entrevista que el concedió a la BBC en 2007, Sheperd-Barron contó cómo se le ocurrió la idea.
Un día, este personaje que vivía en el campo viajó a Londres para cambiar un cheque en la filial de su banco en la capital británica, pero se encontró con que ya había cerrado.
Enfadado y frustrado, se marchó a su casa y aquella noche, mientras tomaba un baño, empezó a pensar en cómo podía tener acceso a su dinero a cualquier hora.
Pensó en las máquinas que vendían chocolates: al insertarles una moneda y jalar una palanca se abría un cajón y caían los chocolates.
Pero en vez de chocolates su invento daría dinero a cambio de un cheque.
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