Razones
Por: Pablo Hiriart
En una jornada con pocas irregularidades para lo que estaba en juego, el PRI pasaba las de Caín para ganar en el Estado de México, el PAN-PRD-PT arrasaban en Nayarit y la moneda estaba en el aire en Coahuila.
Uno de los grandes derrotados de ayer fue el PAN, por su debacle en el Estado de México y la imposibilidad de ganar de manera holgada en la zarandeada Coahuila.
Gane quien gane en el Estado de México, el triunfador fue López Obrador porque incrementó su presencia de manera notable.
De los resultados nos encargaremos mañana, pues al momento de escribir esta columna las encuestas de salida eran inciertas, con una carrera disputada en el Estado de México y Coahuila, y ventaja amplia para la oposición en Nayarit.
Todo tiene explicaciones, pero vale la pena no perder de vista el valor de la democracia que tenemos. Es sumamente imperfecta, porque imperfecta es la ley y e imperfectos somos los ciudadanos.
Hace algunas décadas, cuando me inicié como reportero, no había dudas de quién iba a ganar, contara o no contara con el respaldo de los ciudadanos.
Cuando fue inocultable el triunfo de un candidato de oposición en la gubernatura de Nayarit (Alejandro Gascón Mercado), el PRI se las cambió por una senaduría por Oaxaca (Jorge Cruickshank). Como dato (no tan) anecdótico, el presidente del PRI en ese entonces era Porfirio Muñoz Ledo.
No existía prensa libre, salvo Proceso, a partir de 1976. Ahora esta prensa, con todos sus defectos, es la que ha desenmascarado los negocios de gobernadores como los Duarte, Borge, Sandoval, Padrés y otros.
Hay mucho que corregir, pero el país ha avanzado en democracia mientras otras naciones han vivido retrocesos, tras la quimera del populismo autoritario.
Como muestra, ayer, en una casilla del Estado de México se presentó el secretario de Desarrollo Social, el poderoso mexiquense Luis Miranda, y el joven funcionario que le recibió la credencial electoral se la rechazó, con toda naturalidad, por estar vencida y por tanto no pudo votar. Impensable en otras épocas de nuestra historia reciente.
Desde luego hay mucho que mejorar. El PRI quiso revertir el rechazo a su mal gobierno en el Estado de México con el reparto de tinacos, en lugares donde ni siquiera hay agua todos los días.
Apretaron el voto de la gente pobre y sacaron a relucir artimañas que, sin embargo, tienen un desenlace incierto porque el ciudadano cuando cruza la boleta está solo y su conciencia. Al PRI le va a costar el mal gobierno en el Estado de México, pues no supieron ni quisieron darle la mano al ciudadano.
Perdieron su reserva de votos más importante del país Dejaron al ciudadano mexiquense a merced de la delincuencia, de pandillas que extorsionan por igual a pobres y a ricos, y tienen a zonas de la entidad al borde del estallido social, por negligencia y corrupción.
La candidata de Morena empezó su campaña un año antes de lo que marcaba la ley, corrió con ventaja, y nadie se atrevió a frenarla.
En Nayarit, el gobernador era un humilde tablajero del rastro de Tepic, y a eso se debió su éxito y ascenso político. Pero a los dos años de su administración ya tenía rancho con cortijo y caballos pura sangre.
Hay mucho que mejorar, pero tenemos lo fundamental: democracia y con ella la posibilidad de cambiar gobiernos. Un balance con sólo encuestas de salida nos dice que a AMLO le fue bien.
Tiene una enorme fuerza en el Estado de México y presencia importante en el norte del país, donde la izquierda no ha existido.
Es el rival a vencer el próximo año.