Libros de ayer y hoy
Por: Pablo Hiriart
MÉXICO, 8 de diciembre del 2016.- La legislación electoral, en su vertiente de comunicación política, es una agresión orquestada por la clase política en contra de los medios de comunicación y un atropello a la sensatez.
Eso debe terminar porque todos pierden, pues incluso se vulnera la libertad de expresión.
No es posible que salgan del aire buenos programas de contenido político en radio y televisión, que cumplen una función social, por falta de patrocinios, mientras los partidos saturan la pantalla y el cuadrante con propaganda gratis.
Los partidos tienen aportaciones multimillonarias de parte del INE, y no son capaces de pagar un comercial. No. Para ellos deben ser gratis, según pusieron los mismos partidos en la ley.
Y eso de gratis sólo es en apariencia, pues se paga con tiempo al aire.
Alegan los partidos políticos y sus defensores que los medios electrónicos son una concesión, y por tanto ese tiempo que están al aire es sujeto de apropiación gratuita de parte de los partidos. Qué abuso.
Con esa lógica los partidos políticos también van a pedir boletos de avión gratis porque el espacio aéreo es del Estado y las aerolíneas son producto de una concesión.
Como los diputados, senadores, candidatos y funcionarios de partidos tienen que trabajar tanto en todo el territorio nacional, vengan los boletos de avión gratis, al fin que las líneas aéreas son concesionadas y el cielo es del Estado.
También las carreteras son concesionadas. Así es que los partidos pueden dar pases gratis a los suyos en todas las casetas de peaje del país porque ellos trabajan mucho.
Es una locura la forma en que los políticos han abusado de los medios de comunicación para hacerse propaganda gratis y sacar del aire a programas que promueven la reflexión, el debate y proporcionan argumentos a la ciudadanía para tomar decisiones de orden político.
No es que lloremos por la salida del aire de Adela Micha, Yuste, Maricarmen Cortes, Mares, Brozo o López-Dóriga, pues al fin y al cabo son profesionales y trabajo no les va a faltar.
Pero ¿qué pasa con los equipos humanos que componen cada uno de esos programas y otros que seguramente irán muriendo?
Son gente humilde que vive de un trabajo socialmente útil, que se realiza en condiciones a veces adversas y casi siempre con sacrificio.
A la calle. No hay patrocinios comerciales para los programas de índole político porque sus anunciantes naturales, los partidos y candidatos, tienen acceso gratis a la pantalla y al radio pues así lo dictamina una ley injusta.
Una ley que fue votada por diputados y senadores como venganza contra los medios y los comunicadores.
Son los mismos legisladores que sólo en diciembre se embolsan, en aguinaldos y bonos, más de medio millón de pesos de un jalón, lo que a un trabajador de salario mínimo le costaría, para igualarlos, trabajar durante 19 años sin gastar un solo centavo.